20 de mayo de 2010

EXPLORANDO NYC

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Foto: Marijo Grass


Esta ciudad es una fuente de inspiración constante. A menudo me cruzo con un montón de personajes que acaban abocetados en mi libreta, mientras ceno algo en una pizzería de Broadway con la 48, los días que salgo tarde y no tengo tiempo ni de quitarme el disfraz. Creo que la fauna humana más asombrosa del planeta reside en esta ciudad. También empiezo a sentirme cómodo con mi rutina y me muevo en bici sin problemas. Mauro me ha enseñado atajos para llegar a los sitios, aunque estoy seguro que cuando se presente el crudo invierno volveré a utilizar el metro; dudo que mi cuerpo soporte temperaturas bajo cero pedaleando, aclimatado como estoy al sol Mediterráneo.


La verdad es que el potencial creativo que hay aquí es brutal; todos sueñan con triunfar en la Big Apple. A nadie le sorprende que un dibujante del montón, como yo, tenga cinco álbumes en el mercado. Sólo tienes que estar receptivo; inmediatamente aparece gente insólita con talento para lo que sea.






Foto: Marijo Grass


El otro día, cuando cruzaba el puente de Brooklyn, directo a mi curro de Spiderman en Times Square, me paró un niñato pidiéndome el móvil para hacer una llamada superimportante porque se había quedado sin batería en mitad de la conversación. Y lo hice. Resultó que era agente de un montón de artistas frikis: grafiteros, diseñadores y dibujantes. ¡Joder, si no tendría más de 17 años!, pero todavía flipé más cuando me agradeció el gesto regalándome una invitación VIP para una megafiesta que organiza Comic Art Magazine en un famoso garito del Soho el próximo fin de semana. ¡Alucinante! No sé si en Valencia hubiera hecho lo mismo. Seguro que el chaval se habría largado corriendo con mi móvil en la mano. Tampoco imagino a ninguno de esa edad con una cartera de clientes como la de este pavo, y mucho menos un agente de artistas.


Eso mola un huevo: en cualquier momento puedes conocer a alguien que cambie el rumbo de tu vida, tu trabajo o el plan que tengas para esa noche. Y cualquiera, por mucho que su aspecto o su edad te confunda, puede ser una celebrity en lo suyo. Por lo visto este niñato lo es. En España sería impensable, empezando porque la mayoría de nosotros ni siquiera tiene agente, pero que sea alguien con acné y semejante poder todavía sorprendería más.



Foto: Marijo Grass


He empezado a dibujar por las noches cuando llego a casa. Todavía estoy en esa fase de levantarme a una hora razonable para ir descubriendo cada día la inacabable oferta cultural de la ciudad, visitar exposiciones y todo lo demás. Para pegarme farras nocturnas casi espero que llegue Vicente, pero tengo mucha curiosidad por ese evento de Comic Art Magazine. Le he preguntado a Mauro si quería apuntarse y, por supuesto, ha aceptado la invitación; incluso pretende traer un par de amigas. Creo que está convirtiéndose en la familia que no tengo aquí, algo así como un hermano mayor. Me ha conseguido una entrevista en una Escuela de Arte de Harlem para dar unas clases, porque todavía no he cobrado el anticipo por mi nuevo álbum y sólo con el Toys “UR” us no sobreviviré mucho tiempo.





Foto: Marijo Grass


El otro día fui con él a una exposición en el Museo de Brooklyn, que queda cerca de casa, y aprendí la ostia. No tenía idea que Mauro supiera tanto de fotografía, y aquí se juntaban sus grandes pasiones: música e imagen. “Who shot Rock & Roll” se llamaba la muestra. Una crónica alucinante de la Historia del Rock a través de la mirada de más de un centenar de fotógrafos que han documentado, no sólo los conciertos, sino la vida y evolución de esos artistas detrás del escenario, en pleno proceso creativo, en los estudios de grabación, en su relación con los fans y las groupies, comiendo en su restaurante favorito, ¡vamos!, su “American way of life”. On the road, with the band. ¡Impresionante! Me ha recordado el ambiente que recrea Cameron Crow en su peli “Almost famous”





Foto: Marijo Grass


También había una sección dedicada a las portadas de discos más emblemáticas desde los 50 hasta nuestros días. Y, según Mauro, muchas de las imágenes no se habían publicado nunca porque formaban parte del archivo personal de los autores. En fin, he flipado bastante porque estaban todos: Elvis Presley, Robert Plant, David Bowie, Jimi Hendrix , Kurt Cobain, Nick Cave, Iggy Pop, Springsteen, Radio Head, Frank Zappa, Morrissey, Sex Pistols, Prince, Madonna… pero a mí me han hecho gracia unas fotos de Chris Stein para un nº de Punk Magazine del año 76, donde sale Richard Hell o Debby Harry como viñetas de cómic. ¡Joder!, el ferry de Staten Island se ve igual de cutre que ahora.






Estoy escribiendo mi propio anecdotario en la ciudad con la intención de dibujarlo. Marta es mi guionista habitual pero tengo ganas de hacer algo yo solo. A lo mejor es porque me da pereza continuar con el personaje de mi villana particular y necesito distanciarme un poco. Quizás por eso le he sugerido tantos cambios, y hasta que no me los envíe no voy a empezar; además, no me han pagado un puto euro en la editorial. Me gustaría hacer algo como Julie Doucet con sus diarios autobiográficos. La primera vez que vi sus dibujos me parecieron extraños; resultaban muy expresionistas y abigarrados, como si hubieran sido concebidos por un esquizofrénico, pero todo era real, aunque yo no lo sabía en ese momento. Además, no me extraña nada porque es cierto que aquí te vuelves loco o te conviertes en un puto genio, o ambas cosas a la vez. Me parece que no hay más opción.





Draw & Quarterly 1999


Sin ir más lejos, esta mañana he bajado a la calle 14 a comprar tinta y me he topado con una histérica que me ha chafado la bici haciendo marcha atrás con una furgoneta atiborrada de atrezzo, o de animales disecados, por lo que he podido observar a través de las ventanillas. ¿Qué clase de chiflada se pasea por Nueva York con una furgoneta cargada de cadáveres? El caso es que nos habíamos cruzado al entrar en la tienda. Ella salía en ese momento con una caja enorme repleta de tubos con papeles caros, tras los que asomaba un gorro estrafalario de colores y una expresión de malas pulgas. Le he sujetado la puerta e incluso me he ofrecido a ayudarla pero, me ha contestado con un bufido y se ha dirigido a su vehículo.


Una vez dentro y mientras buscaba mi material, se me ha acercado una japonesa muy simpática para preguntarme si los botes de tinta que tenía entre manos servían para pintar su colección de papelitos con los que hacía origami . Al final me ha enseñado una foto de uno de sus trabajos: la decoración del árbol de Navidad del Museo de Historia Natural.





Foto: Marijo Grass


Hemos hablado un momento mientras nos atendían y al salir es cuando he visto a la loca de la furgoneta maniobrando y aplastándome la bici. La muy zorra sólo ha sacado la cabeza por la ventana para gritar: I´M SORRYYYYYYY! Y se ha largado, dejándome la bicicleta hecha un ocho y con cara de Rey de los Gilipollas; porque ni siquiera le he soltado una animalada del tipo: STOP IT FUCK-BITCH! Pero, ¡qué cojones!, eso de quedarse sin habla les pasa a las tías. ¿Tendrá razón Vicente y me estoy convirtiendo en una NENAZA o es que tanto movimiento en la calle me aturulla?


Lynn, la japonesa, que ha presenciado el desastre, se ha ofrecido a acercarme en su coche a un taller que hay al lado de la New York University, en Waverly Pl con la 6ª. Una vez allí y mientras me hacían un apaño de urgencia, le he propuesto tomar un café para devolverle el favor; la chica parece curiosa y los animalitos que hace de papel también. Además, estábamos al lado de uno de los templos del gourmet: Dean & Deluca, en Broadway con Prince Street. Entrar ahí es toda una experiencia. Puedes encontrar delicatessen de cualquier parte del mundo y los pastelitos están de miedo. La primera vez que vi este lugar fue en la serie “Felicity” que trajo a casa una amiga de Marga. A ella le encantaba. Menos mal que nunca viajamos juntos a esta ciudad.





Foto: Marijo Grass

Hemos pedido un par de muffins de chocolate y dos capuchinos, y nos hemos acomodado en unos bancos tras la ventana.


Nosotros, al origami lo llamamos papiroflexia— le cuento, iniciando la conversación de nuevo.

What?

¡Papiroflexia!

Ah! Yo practico desde que era pequeña. Me enseñó mi madre para que aprendiera a concentrarme. Sufría déficit de atención y pensó que hacer esto me ayudaría, además de desarrollar cierta destreza con las manos.

Yo también sufrí déficit de atención. Seguramente para todo lo que no fuera leer y dibujar tebeos.

¿Eres dibujante?

Pues, sí.

A ver, demuéstralo.

Tú primero.

OK.


Entonces, ha sacado uno de sus papelitos de colores y ha empezado a plegarlo con delicadeza hasta que ha aparecido una mariposa. Sin decir una palabra la ha puesto frente a mí y, a continuación, yo he sacado mi bote de tinta y, con un pequeño pincel, le he hecho una cara y he decorado sus alas.


—Woow! Ahora sí que me gusta— ha exclamado al instante—. ¿Sabes? En el origami clásico se recortaba, pegaba y pintaba; pero en el moderno usar las tijeras es tabú. Hay que evitar la pintura y de ninguna manera utilizar pegamento. Se debe conseguir la forma perfecta a través del plegado. Todo se limita al papel y su manipulación, pero yo quiero pintar mis diseños. Me gusta tu técnica con el pincel. Me encantaría aprender.

—Todo es cuestión de mucha práctica pero podría enseñarte algunos trucos.

—Puedes pasarte algún día por el restaurante. A media tarde no hay mucha gente. Te puedo invitar a una sopa y tú me enseñas los trucos.

—¿Trabajas en un restaurante?

—Sí, en el Thai Angel, cerca de Canal Street. Y los fines de semana hago talleres de origami para niños en el Museo de Historia Natural.

—Y ¿Yo puedo apuntarme a un taller de esos?

—Umm, no pareces muy niño.


Y hemos empezado a reír a la vez. Un rato después nos hemos despedido como si fuéramos grandes amigos. Ese es el tipo de cosas que ocurren cuando estás receptivo, en una ciudad enorme, rodeado de desconocidos. Me he guardado su tarjeta del restaurante y hemos intercambiado los teléfonos. He estado a punto de invitarla a la fiesta de Comic Art, mañana por la noche, pero he pensado que quizás no era el momento porque Mauro trae dos amigas y, además, quiero dedicarme a conocer la fauna de mi gremio y no estar pendiente de una chica. Puede que haga una visita al Museo el domingo por la mañana para verla en acción: rodeada de niños, haciendo animalitos de papel.



Foto: Marijo Grass


Menos mal que Patrick me ha cambiado el turno en el Toys ur us para poder ir a la fiesta. Patrick es el otro Spiderman, además de un forofo de los Nicks. Hace un par de semanas me pidió que hiciera lo mismo porque su novia es cheerleader en el Madison Square Garden y tenía una entrada a pie de pista o algo así.





Foto: Marijo Grass


Cuando hemos llegado al Joe´s Pub había una cola enorme en la puerta, y dos seguratas, tamaño armario, controlando las invitaciones. Como teníamos un pase VIP hemos entrado enseguida. El local es espacioso, con grandes ventanales, una zona de restaurante, una especie de chill out y, al fondo, un escenario rodeado de pequeñas mesas; como en un cabaret clásico, con un maestro de ceremonias que me ha recordado a Carmen de Mairena: esa travesti que suelta perlas del tipo: “Soy puta y mi coño lo disfruta”, que también es el título de una de sus películas . Se lo iba a comentar a Mauro pero he pensado que como no conoce el personaje no le vería la gracia.


El público era de lo más variopinto: mucha gente “guapa” y la colección de frikis más grande que he visto en mi vida. Las amigas de Mauro: dos uruguayas recién llegadas, se han vuelto locas con tanto tío famoso y han desaparecido a los 5 minutos. Nosotros hemos decidido acercarnos a la barra a buscar unas copas.


Un camarero, con aspecto de haberse fumado una plantación de marihuana, nos ha servido un par de Cosmopolitan pero Mauro le ha dicho que eso era demasiado gay para él y ha pedido el whisky más caro, ¡como era gratis! Yo he preferido seguir con la cerveza.






Foto: Marijo Grass


Al cabo de un rato ha empezado el concierto. Me he quedado a cuadros porque el que estaba encima del escenario era nada menos que CHIP KIDD!! Joderrrr, es ¡la estrella del rock del diseño gráfico! Además, edita cómics y sus portadas de libros son alucinantes; como la imagen que creó para la novela "Parque Jurásico" de Michael Crichton, que después se utilizó para toda la promoción de la peli. ¡No puedo creer que esté en un bar con Chip Kidd, a tres metros de distancia, encima de un escenario!





Chip Kidd design


En mitad de mi flipada y mientras daba cuentas a Mauro del increíble currículum de Kidd, se me ha acercado una chica con el pelo largo disculpándose. Pensaba que igual me había tirado la copa encima pero ella ha seguido con su discurso.


Lo siento muchísimo, tío. De verdad, no quería destrozarte la bicicleta. Me alegra haberte encontrado, así puedes decirme lo que te ha costado la reparación y todo eso. Es que llegaba tarde, y era muy importante; casi pierdo el trabajo. Lo siento mucho, en serio.



Foto: Marijo Grass


De repente caigo en la cuenta que es la loca de la furgoneta. La verdad es que no se parece nada. No pensé que fuera tan guapa el otro día. En mitad de mi asombro interrumpe el niñato que me regaló la invitación a cambio de una llamada:


Hey, tio. ¡Has venido! Ven conmigo, quiero presentarte a unos colegas.


Y entonces me veo arrastrado hacia una especie de reservado, dejando a la chica con la palabra en la boca. Estoy seguro que Mauro se ocupará de ella. Ya lo estoy viendo sacar la caña... Todavía acabará ligando con la zorra que me ha destrozado la bici. Bueno, igual no es tan zorra si quería pagarme la reparación.


En unos minutos me olvido de todo y empiezo a disfrutar. ¡Este pavo conoce a todo el mundo! Por lo visto, a los 14 años montó un ezine en Internet en el que promocionaba a sus amiguetes: el equivalente a los fanzines de la época del cómic underground pero en la red. Tres años después es agente y cazatalentos de éxito; todos respetan su criterio y, ahora, en vez de pedirle el DNI para saber si le pueden servir alcohol o entrar en una discoteca quieren su autógrafo.


Un par de copas más tarde me siento totalmente integrado, al lado de un montón de flipados como yo, hablando de tebeos como si no existiera nada más importante en la vida. Entonces el chaval nos propone a unos cuantos que nos sumemos a un grupo que va a casa de no sé quién a seguir bebiendo, que tiene una terraza con vistas a Gotham City y, claro, me sumo veloz.


En la puerta nos espera una limusina blanca que parece el camión del Equipo A, la serie aquella de George Peppard, pero de lujo. Al subir me encuentro de morros con el mismísimo Chip Kidd sosteniendo una copa de champán y hablando por teléfono. ¡Joder, joder, joder! No puedo creerlo. ¡Vamos a su casa!




Foto: Marijo Grass


Durante el trayecto nos detenemos en una tienda de licores a comprar bebidas. Me bajo del coche a que me de el aire y de paso a difuminar mi expresión de cateto borracho. En un momento de lucidez recuerdo haber dejado a Mauro con esa tipa y sus amigas uruguayas abandonados en la fiesta. No importa, seguro que lo pasan bien. Yo tengo que aprovechar la oportunidad, explorando la ciudad que nunca duerme y, estoy dispuesto a disfrutar de la aventura.



Foto: Marijo Grass


CONTINUARÁ