24 de marzo de 2011

SOY LA CARI

Foto: Marijo Grass



¡Ay, por Dior, qué noche! Creo que me he levantado un poco húmeda y todo; qué digo húmeda, ¡como recién salida de la sauna! A lo mejor estoy entrando en la fase Concha Velasco y es un asunto de pérdidas…, o de sofocos, que una está estupenda, pero me quedan dos telediarios y la edad no perdona, y a la que te descuidas se pasan los cuarenta y te llega la hora pero, esto, esto es diferente. ¡Qué sueños, Dior mío! ¡Si es que parecía TAN real! Me estoy empezando a sentir culpable y todo; casi me parece una infidelidad… ¿Me habrán escuchado las niñas? Juraría que he gemido como una gata en celo. Ni sé cuando han llegado. Menos mal que su fiesta era aquí al lado y no necesitaban que hiciera de chófer. Ellas saben que a cualquier hora me levanto, me pongo el abrigo y las voy a buscar; vamos, que me presento en la puerta de la discoteca con las pantuflas puestas; lo que haga falta, antes de que suban al coche de un descerebrado imberbe con dos copas de más.





Foto: Marijo Grass



Ahí están, durmiendo como ángeles. ¡Menos mal! Espero que no se hayan puesto hasta las trancas de lo que sea que beban. Tanto da lo que yo les diga ahora; todas hemos hecho burradas a su edad. Y mi husband… ¡Ay, mi husband!, ya debe estar en ruta, con un termo de café en la mano, haciendo kilómetros por media España y hablando de fútbol con sus compadres por la radio.




Foto: Marijo Grass



Y yo, encendida como un semáforo a las 6 de la mañana. ¡Dior mío, he tenido un sueño TAN excitante… ! Es que no me puedo apoltronar en el sofá a ver esas películas, que luego me quedo frita y pasa lo que pasa; y una no es de piedra, pero es que, en los últimos tiempos, mis fantasías parecen de verdad.

Yo adoro a mi husband; no estoy pensando en ponerle los cuernos, y con tanto viaje no tenemos mucha fiesta; bueno, cuando está aquí tampoco es que nos pasemos el día como conejos porque, entre sus achaques y los míos, y el cansancio del trabajo, pues eso, que hay menos sexo en nuestras vidas, pero el que tenemos es de calidad; que a mí me gusta mucho la lencería y a él verme bailar.




Foto: Marijo Grass



Lo que pasa es que llevamos casados un siglo y, hoy en día, resulta más raro que retirarse a un convento, y hay que meter un poco de chispa al asunto, porque misterio, lo que se dice misterio, pues, no es que haya mucho; por eso tenemos que echar mano de otros recursos y, aunque lo hagamos pensando en Brad Pitt y Megan Fox, todavía lo pasamos bien juntos. Además, cuando libramos los dos, saca la moto del garaje y nos hacemos una ruta con chupa de cuero y todo; entonces me imagino que tenemos otra vez veinte años, porque él ha sido motero de toda la vida, de los que van a convenciones, como si fuera uno de esos ángeles del infierno pero sin el rollo violento, que los colegas también son camioneros, y lo de hacer carretera y manta los pone muy machos y la mar de contentos; y yo me siento como en una película de Almodóvar, pero de las antiguas, que eran más de nuestra época, diciendo eso de: “En esta máquina no se monta otro chocho más que el mío”. A veces imagino que me lleva George Clooney, y así se me pasa el canguelo.





Foto: Marijo Grass



No tengo una sola amiga que le haya durado tanto el matrimonio. La mayoría va por el tercero y acumula pensiones de todos los maridos, una por cada hijo; ahora se pasan las noches coleccionando canallas en esas páginas de encuentros, porque ya se han cansado de follar con “los EROS”: carniceros, fontaneros, charcuteros, peluqueros…y todo lo demás. Yo no he probado esas cosas, me refiero a apuntarme a Meetic o así; tampoco me he tirado a ningún ERO; y no es que no sienta curiosidad, ¡para qué nos vamos a engañar! Pero reconozco que, cuando quedo con ellas y me cuentan sus noches de locura y desenfreno, acabo con agujetas en la barriga, porque los chascos que se llevan al comprobar que el maromo no se parece nada al de la foto, y sus chistes no tienen ni puñetera gracia, pues eso, que nos da para una sesión de risoterapia, que no engorda y mejora la autoestima; no como el chocolate, que sí mejora la autoestima pero te pone como una vaca.




Foto: Marijo Grass



De todas mis amigas, Mari Fe, que hace honor a su nombre, se lleva la palma. Ella sigue y los persigue, intentando encontrar diversión donde sea; no dejará que crezcan telarañas en sus bajos hasta que se vaya al otro barrio. Este año lleva 101 citas, como los Dálmatas; dice que a ella no se le atascan las tuberías ni muerta, así que después de chatear un rato y hablar por teléfono ya lo tiene claro, y a los dos minutos de verse le suelta al fulano: “Ya tardas en enseñar tu mercancía”. ¡La muy bruta!

Mari Fe no está para perder el tiempo con preliminares; le parece un asunto de adolescentes, que todavía creen en el príncipe azul y no saben lo que les espera en la vida; por eso va al grano y ahorra minutos para otras citas. Eugenia, en cambio, siempre está agregando gente al messenger; intenta averiguar cual de sus amigas haría migas con los tipos que conoce y con los que no va a quedar ni en broma; como una trotaconventos pero por internet, porque ella, a pesar de llevar puesta una cornamenta como de búfalo africano, todavía sigue preguntando a su Paco: “Cariño, ¿existe alguna posibilidad de salvar lo nuestro?”. Y Bea, Bea necesita desahogarse porque si no revienta; con la pandilla de cafres que tiene que aguantar en sus clases de matemáticas ya tiene bastante, por eso no quiere hijos ni relación estable.




Foto: Marijo Grass



Yo soy mucho más romántica; siempre he sido fiel a mi husband desde que dejamos el Instituto, que allí los dos tuvimos nuestros líos, como lo mío con Joaquín Campos, que fue el de mi primera vez, por eso lo recuerdo con cariño, aunque no fuera una experiencia bonita sino una especie de trámite, para dejar abierto el camino a los que llegaran después, porque todas mis amigas lo habían hecho y yo no iba a ser la estrecha que no se jalaba un rosco. Después me enamoré de mi husband y hasta el día de hoy. Y hemos tenido nuestras crisis, como todo hijo de vecino; que me pone de los nervios cuando pasa más de dos semanas sin salir de viaje y lo tengo en el sofá dando la brasa: que si Cari esto, Cari lo otro y lo de más allá; pero Cari solo hay una, y yo no me llamo Cari sino Esperanza. Cuando me satura me voy a dar una vuelta al mercadillo y me compro algún capricho, pero a él le digo que me han cambiado el turno en el hospital, o que tengo que consolar a alguna de mis amigas porque no tiene un husband tan enrollado como él, y con eso se queda contento y me deja en paz.




Foto: Marijo Grass



Menos mal que después de parir a mi Yoli, que es la pequeña, me puse otra vez con los estudios; aprendí a usar el ordenador y conseguí sacarme el diploma de Auxiliar de Clínica. Ahora me gano la vida haciendo camas y repartiendo pastillas; y eso es mejor que currar de reponedora en el súper; todo el día ordenando paquetes de detergente y botellas de aceite de oliva; por lo menos conozco personas diferentes cada día y puedo charlar. Y estar rodeada de gente, necesitada de salud y cariño, me hace pensar que mi vida no está tan mal. De todas formas estoy haciendo méritos, a ver si me cambian a Pediatría, que yo me manejo bien con los niños, en esa planta huele a Nenuco y los médicos residentes están como un queso; y ya puestos, también sirven para mis fantasías.




Foto: Marijo Grass



Cuando él se marcha de viaje y me quedo sola en casa, me dedico a leer novelas románticas o escribo mis neuras en un blog. Antes quedaba más con las chicas, para despellejar a nuestros maridos o hablar de trapos y de hijos. Ahora que casi todas se han vuelto singles, y se dedican a coleccionar citas horribles con hombres que acosan en el Facebook o en Meetic, me he tenido que buscar otra diversión. Lo mejor es que no se lo he dicho a nadie, excepto a Bea: la profe, que es la que me ayudó con lo del blog; y nuestro pacto de silencio, sellado con chocolate y magdalenas, no lo rompe ni Dios; así podemos explayarnos a gusto, porque esto es como los diarios que escribíamos de pequeñas, solo que lo puede leer todo quisque y dar su opinión. Y hemos hecho nuevas amigas, a las que queremos como si fueran de toda la vida, aunque no nos hayamos visto nunca o tengan la edad de nuestras madres o nuestras hijas; y a mí, visitar a la gente en su casa virtual, con la mascarilla exfoliante en la cara, mientras se calienta el horno o se cuecen las verduras, me hace todo más llevadero. Y si no, me pongo una película con alguno de los actores que me gustan, buenorros y canallas; y después pasa lo que pasa, que sale George a lo Gary Grant en mis sueños y me arrima la cebolleta, o me pone mirando a Cuenca; y yo me despierto como recién salida de la sauna y más contenta que unas pascuas.





Foto: Marijo Grass


Dedicado a LA QUELI y a AMPARO, que acaban de sellar una bonita amistad en directo, con flechazo y banda sonora de petardos falleros; por obra y gracia de sus blogs.