6 de mayo de 2010

COMO UNA DIVA

Foto: Marijo Grass


En esta vida no se puede ser un cardo borriquero, no te comes un rosco. Hasta tus propios hijos te ningunean…¡El colmo!, después de dedicarles toda mi atención…Ahora resulta que sabían lo de la querida de su padre y, ¡le tapaban sus indiscreciones!, porque Rodolfo es como todos los de su calaña: ¡ADÚLTERO!, eso es lo que es. Menos mal que todavía me queda un pilar en el que apoyarme, porque a Martita la tenían engañada. ¡JA!, como éramos sólo dos mujeres en una casa de hombres…Ellos conchavados…


“¡Pobre papá!, trabajando como un burro toda su vida para que pudiéramos ir a la Universidad. Si se ha echado un capricho a su edad no me parece tan grave”, soltaba mi Luis, el mediano.


¿Un capricho? Mira lo que te digo: ¡Se van a enterar! Pero no creas que soy una histérica, deseosa de vengar unos cuernos que pesan más que la hipoteca. ¡Quiero verme como una diva!, con una edad pero ¡como una diva! Como la Loren o la Deneuve, que se las ve deseables desde hace más de seis décadas; y eso es mucho, lo sé, pero estoy dispuesta a hacer los sacrificios que haga falta. Y cuando lo consiga…¡patada en el culo! A ver si la querida le aguanta las manías y los achaques, porque yo ya he cumplido. Y ahora… a vivir lo que me queda, a lo grande, como una diva. ¿Te lo he dicho?, como una diva.





Foto: Marijo Grass


Pero haré el papel y acudiré a la terapia; total, paga él. Y eso de que nos demos un tiempo para meditar y echarnos de menos…¡PAMPLINAS! Yo solo medito delante de una foto de Robert Redford, de cuando era joven, y a mí me pone igual que Brad Pitt a mi hija. ¿A ti te gusta Brad Pitt? Pues con un tío así se puede meditar, pero con Rodolfo roncando como un hipopótamo al lado ya te digo yo que no funciona.



Foto: Marijo Grass


Ya sé que los milagros no existen, y eso que prometen algunas clínicas de que en dos semanas te van a cambiar el cuerpo es un cuento chino. Pero es que yo a algunas las veo de fábula. ¿Tú crees que debo apuntarme a Pilates? Madonna hace Pilates, y fíjate como está de estupenda. Pero claro, tiene un carro de asistentes, profesores, entrenadores y, con lo que baila, lo quema todo. Mira, ¡bailar!, eso es otra cosa que voy a incluir en mi agenda. ¡Toda la vida he querido bailar!, por pasar un buen rato, pero el soso de mi marido decía que él no pensaba hacer el ridículo a mi costa. Ahora resulta que LA PELANDUSCA, que además fue nuestra asistenta, eso no te lo había dicho, ¿verdad?, que tiene delito…Pues resulta que se lo lleva a un Casal de Colombia y le está enseñando bailes latinos. A mí ya me pareció raro encontrarme unos CD´s de Juanes en el coche. Pensé que eran de alguno de mis hijos pero, cuando lo vi marcarse un meneíto en el bautizo de mi nieto, lo tuve claro. ¡Aquí hay gato encerrao! Y le puse un detective, y me trajo un video donde salía bailando y tocándole el culo, a ESA.





Foto: Marijo Grass


Al principio, lo negaba todo, incluso cuando le enseñé la peliculita en su tele: la que compró para ver el fútbol, que casi no me caben los muebles. Y él erre que erre, como si le estuviera enseñando un documental de animales, de los que se pone para hacer la siesta, y yo diciéndole: “¿Y esto qué es?, ¿un casting para un culebrón de los que hace tu amigo?” Es que tiene un amigo que dice que es director de cine, pero yo sé que se dedica al porno, y seguro que esas compañías no le han hecho bien a mi marido; pero yo no voy a hacer como algunas de mis amigas que callan y otorgan, para no ver lo que NO quieren ver, o les disculpan echándole la culpa a la fulana. Yo la culpa se la echo a él solito, y a los capatoleros de mis hijos por ocultármelo; que el día que me llamen para que les haga de canguro se van a enterar. ¡Les voy a cobrar!, y el dinero se lo pondré al niño en la cartilla de ahorros, para que se vaya de viaje cuando sea mayor.


¡Desagradecidos!, eso es lo que son. Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y yo voy a empezar a disfrutar de mi jubilación, y me pienso gastar su herencia; y en cuanto baje unas tallas y me hinche a tratamientos, de los que te dejan como la Loren, me voy de viaje con mis amigas a Benidorm, y luego igual me apunto a uno de aventura o algo.





Foto: Marijo Grass


Eso es lo que necesito: un poco de aventura. Mi hija estaba empeñada en que fuera con ella a hacer el Camino de Santiago, por lo del Año Jacobeo pero, qué quieres que te diga, yo ya he hecho bastante penitencia; ahora lo que quiero es un buen hotel con restaurante y un baño más grande que mi cocina, y a disfrutar lo que me queda. Pienso gastarme los cuartos en mi bienestar; a ver si se enteran que una no es esclava de nadie. Toda la vida apretando el puño, y yo controlando cada peseta para que nunca les faltara de nada, a él y a mis hijos, y que estuvieran bien cuidados; y resulta que los caprichos se los daba la fulana, y encima le pagaba un buen sueldo y la trataba como si fuera de la familia, así que queja ninguna. ¡Eso no se hace! Entiendo que ella utilice sus artimañas para mejorar su vida, pero yo, a Rodolfo, no lo pienso perdonar. Esta vez NO. Mira, ¡qué bien sienta decir NO! Si ya me enseñó mi hija lo importante que era, que ella ha leído mucho de autoayuda y superación personal. Parece mentira que haya tenido que llegar mi jubilación para soltarlo. Y esto no ha hecho más que empezar.





Foto: Marijo Grass


Nunca debí renunciar a mi trabajo, ni quedarme en casa con la pata quebrada a atenderlos a todos pero, claro, eran otros tiempos y el hombre quedaba en mal lugar; como si no fuera bastante hombre para mantener a su familia. Pero es que entonces todo estaba mal visto o era pecado mortal, y la gran juerga consistía en irse de ejercicios espirituales un fin de semana, que para eso nunca me puso pegas. ¡Menuda diversión! Claro que él aprovechaba para largarse con el amigo del porno, que tiene un barco. ¡Vete tú a saber lo que hacían! Estoy segura que no iban de pesca: la pesca la llevaban con ellos; pero como yo estaba liada con 3 niños pequeños no tenía tiempo ni ganas de pensar en eso, así que aguanté carros y carretas. Y no es que Rodolfo no fuera un buen hombre, que nunca me puso la mano encima y, además, me regaló una radio para la cocina. A mí me gustaba escuchar el consultorio de la Señorita Francis, que leían las cartas de las oyentes y te daban consejos de salud y amor; y los males de otras me servían de consuelo; por lo menos me entretenía mientras planchaba o hacía la comida, hasta que me enteré que era un señor el que escribía los consejos porque Elena Francis nunca existió. ¡Uy!, aquello fue una conmoción nacional, que este programa tenía mucha audiencia. ¡Si duró 40 años! Yo escribí a la radio y todo para quejarme pero no me contestaron, por eso dejé de escucharlo. Es que me tocó una época muy mala, ¡hasta te engañaban los de la radio!


Menos mal que ahora todo es diferente y a la mínima discusión te divorcias y Santas Pascuas; que no es que yo vea bien eso porque discusiones hay que tenerlas y, no me parece que haya que romper una familia por tonterías; pero todo tiene un límite y, además, nunca me creí el cuento de que el matrimonio y los hijos te hacían una mujer completa.





Foto: Marijo Grass


Yo estaba colocada desde que acabé el bachillerato, pero mi padre no me dejó hacer una carrera porque la mujer debía aprender a ser esposa y madre. Me había pasado la infancia correteando por la fábrica de mi tío y sabía de patronaje; conocía el proceso de fabricación con hormas, los materiales, los colores y, además, tenía mucha gracia para dibujar zapatos. Por eso quería estudiar, para diseñar mis propias colecciones, pero tenía que casarme porque si no lo hacía también estaba mal visto y la gente murmuraba; y decían que te quedabas para vestir santos, y a mí lo de vestir santos me parecía un aburrimiento. A lo mejor es que nunca fui muy religiosa pero eso no lo podía decir a nadie. Lo mejor era buscarse un trabajo. Al año ya me habían hecho encargada en la tienda de mi tío, que a mí, organizar y estar de cara al público, se me daba muy bien.


Un día, después de las vacaciones de Semana Santa, que justo cumplía los 18, apareció él. Rodolfo era comercial de zapatos y marroquinería, aunque antes se llamaban “viajantes”. Le atendí yo, elegí el muestrario y me lo probé todo; y él se fijó en mis piernas, porque yo tenía unas buenas piernas: largas y estilizadas, como las de una vedette.





Foto: Marijo Grass


A la semana siguiente pasó de nuevo y me invitó a salir, pero tampoco podía ir sola; tenía que llevar a mi prima Loli de carabina, que era una plasta, por eso decidí casarme con él enseguida, porque yo no estaba hecha para llevar carabina a cuestas y, por aquél entonces, ni podías viajar ni abrir una cuenta en el banco sin la autorización de tu padre o tu marido. Pensé que con Rodolfo sería todo más fácil y, al principio, me pareció que sí, porque era un poco serio pero muy atento. Con el tiempo me dí cuenta que no nos casamos por amor, aunque nos gustábamos y todo eso. Lo hicimos porque había que hacerlo, pero a mí, por lo menos, me gustaba Rodolfo. Otras amigas se casaron con el que tocaba, porque tenía la aprobación de su familia o les convenía por el motivo comercial que fuese. Ahora me da mucha pena reconocer que nunca he vivido la pasión de la que habla mi Marta, por eso creo que NO debo irme a criar malvas sin hacer alguna locura o divertirme un poco.





Foto: Marijo Grass


Mi marido siempre tuvo sus cosas, como lo de ir al cine a Perpignan, porque todo estaba censurado y le aburrían las películas de Marisol o Joselito que echaban aquí. Él prefería “El último tango en Paris” o “Emmanuelle”. Decía que esas sí que eran de hombres, pero yo no me chupo el dedo, y ahora que somos mayores me he cansado de tanto desplante. Y ya ves que digo mayores, y no viejos, porque él, desde que va al Casal con ESA, parece un chiquillo, y yo estoy dispuesta a renovarme también empezando por mi aspecto; y no va a ser cosa de peluquería y unos buenos zapatos: me voy a hacer una “fashion victim”, que no sé muy bien lo que es pero Merche, la de la carnicería, siempre me dice que tengo que arreglarme más y comprarme modelitos y salir de picos pardos, que de cocinera y sirvienta ya he hecho bastante en esta vida. ¿Y ahora qué? No sé si debería estudiar, o apuntarme a Internet y buscar un novio que me enseñe bailes de salón.



Foto: Marijo Grass


Mi Marta se va a un monasterio a hacer un retiro de yoga y meditación; dice que viene renovada, que esa es su mejor terapia. No sé dónde le ve la gracia: estar sola en un sitio extraño sin hablar con nadie. Yo rezaba el rosario porque me obligaban y ella se levanta a las 5 de la mañana a cantar mantras porque le da la gana.


Durante toda mi vida he sido la hija o la mujer de alguien; jamás he tenido la oportunidad de ser yo misma, de hacer lo que siempre quise hacer por dedicarme a los demás. Pero eso SE ACABÓ. Las cosas han cambiado. A partir de hoy, YO: Amelia Mayor de la Torre, seré lo más importante, le pese a quien le pese. Me voy a dar La Dolce Vita, como una diva, eso es, ¡COMO UNA DIVA!