12 de noviembre de 2009

LAS MUÑECAS DE ZOE

Foto: Marijo Grass


M
e llamo
ZOE y tengo 5 años... y medio.


Mi tía Layla me lleva a visitar a la abuela el fin de semana porque mi mamá no puede venir; dice que tiene MUUUUUCHO trabajo, pero yo no creo que sea trabajo porque se va a un concierto y les dice cosas a todos detrás del escenario; y a los músicos también; y luego tocan, y hay mucha gente; después aplauden y gritan sin parar. Entonces, yo no sé si eso es mucho trabajo o es divertido. Ella siempre anda arriba y abajo, y le hablan todas las personas a la vez, y suenan tres teléfonos…y es mucho lío; y yo me voy con mi tía en el tren.

Mi tía es muy guay porque le salen los espaguetis mejor que a mamá; y me deja que les ponga un chorro de Ketchup. A mí me da la risa cuando cojo el bote de Ketchup y lo aprieto y hace ¡¡purrrfffff!!, y parece que se tire un PUM; como a Lluis, que se le escapó el otro día en clase de música y nos reímos todos: hasta la señorita, que yo la vi, aunque luego se hacía la seria y le decía a Lluis que fuera al baño.

Mi tía Layla es como mamá pero sin reñirme; eso es muy guay. Me ha comprado en los chinos de la estación una libreta para el viaje que se llama diario; es muy bonita y tiene muchas flores dibujadas en la tapa, y lleva un candadito con llave. Aquí voy a escribir todas las cosas que me pasan; y también puedo hacer dibujos, y poner las pegatinas de monstruo que me ha regalado mi primo Javi; y luego la puedo cerrar con mi candadito porque ésta es mi libreta de secretos y, como es para escribir secretos, no se la voy a enseñar a nadie; bueno, a mi amiga Alba sí porque es mi mejor amiga y le gusta jugar a los bebés conmigo, por eso puedo enseñarle mi libreta nueva.



Foto: Marijo Grass


Me gustan las tiendas de los chinos porque hay muchas cosas y puedo jugar al escondite; siempre hay gatos dorados que te saludan todo el tiempo en el escaparate. Y también hay muchos muñecos pero mamá no me compra ninguno porque dice que son malos. Pero, ¿cómo van a ser malos los muñecos? Bueno, hay uno que sí que es malo porque una vez mi otro primo— que es mayor y se llama Julio—, estaba viendo una película y yo pasaba con mi bebé por delante de la tele y me dio mucho miedo. Y él se reía y se reía: “ Si es CHUCKY, jajaja”. Y yo me puse a llorar.

Mi tía sí que me compró una muñeca de los chinos pero cuando llegamos a casa, después de ir al parque, ya se le había caído un brazo y una pierna. Ahora la saco cuando jugamos a enfermeras. Mamá nos deja vendas y Alba y yo la escayolamos: ella la pierna y yo el brazo, o al revés.

Esta mañana mi tía ha estado a punto de comprar un muñeco de los chinos, pero no era para mí, que ya tengo mi libreta secreta; era un señor muy feo haciendo caca con fuerza pero, ella se reía como una loca y decía que para una broma del amigo invisible en el trabajo estaría bien. Pues, a mí me gustan todos los muñecos menos el CHUCKY de la película de mi primo pero, este también era feo y, no está bien hacer un regalo feo; y menos a tu amigo invisible, que le puedes comprar un elefante si quieres porque como es invisible, aunque vaya por la calle con su elefante, nadie se va a dar cuenta y, además, los regalos tienen que ser bonitos siempre; como la Mariquita Pérez de mi abuela, que dice que me la va a regalar cuando tenga 8 años, pero para eso falta mucho todavía.



Foto: Marijo Grass


Me gusta el tren porque me puedo levantar y caminar a la pata coja por el pasillo, bueno, cuando no se dejan las maletas por el suelo aunque puedo hacer de canguro si hay maletas por el suelo.

La señora que tengo enfrente lleva un rato mirando cómo dibujo en mi libreta secreta, que yo lo sé. Tiene una revista que sale una princesa en la foto que se llama Leonor. Uff, ahora me mira como la señorita de plástica…

— ¿Sabes cómo se llama esta niña?— me pregunta de repente señalando la foto de su revista con el dedo.
Leonor— le contesto yo como si ella fuera la señorita; que yo me sé la lección.
— Pues tiene una muñeca igualita que ella, con los mismos vestiditos que lleva aquí, en la foto, pero ya se han agotado. Yo se la quería comprar a mi nieta y no hay— continúa enseñándome más fotos de la revista.
— Pero no lleva el mismo vestido que su mamá. A mí me gustaría tener un vestido como mi muñeca y le voy a pedir a mi abuela que me lo haga, que ella tiene una máquina de coser.
— ¡Qué niña tan graciosa!, si sabe lo que es coser y todo, jaja. ¿Cómo te llamas, guapa?
Zoe.
— ¿Zoe? ¡Qué nombre tan bonito!, raro pero bonito.
— Me lo puso mi mamá por una canción que le hizo un papá a su hija que se llamaba…
— ¡Tía! ¿Cómo se llamaba el músico de mi canción?
Lenny Kravitz, “Flowers for Zoe”— contesta mi tía sin levantar la cabeza de su revista.
— ¡Ese!— le digo a la señora.
— ¡Qué original!, yo me llamo Carmen, como la ópera de Bizet. ¿ Tú sabes qué es la ópera?

Esta señora me aburre y no le contesto y me pongo a hablar con mi tía.

—¿Tú también tienes nombre de canción?
— Pues sí, y es una preciosa que le encantaba a tu abuela: “ Layla”; la compuso un señor que se llama Eric Clapton.
— ¡No se vale!, ahora tendré que poner a todos mis muñecos nombres de canción.
— Cielo, puedes poner los nombres que tú quieras, para eso son tus muñecos.
— ¿Me dejas tu AIFON?

A mi tía no le importa que cambiemos de conversación, está acostumbrada porque mi abuela lo hace siempre y, además, me deja su AIFON, y puedo ver los dibujos que me gustan en la tele del YUTUB.



Foto: Marijo Grass


Cuando falta poco para mi cumple los mayores me preguntan qué es lo que más me gusta y yo siempre digo lo mismo: los bebés y el inglés. Bueno, me gustan más cosas pero eso rima, que lo he aprendido en el cole: como melón y camión. Y ya me sé todos lo colores y los números en inglés, y frutas, y algunos animales como: alligator, monkey o tiger. Y mi tía me ha enseñado a buscar los dibujos de Juan y Tolola en su AIFON, pero están en inglés y se llaman Charlie and Lola. Y ahora voy a ver uno que aprenden español, jiji, porque si yo aprendo inglés y Tolola español ¡podremos ser amigas!








Me gustan mucho los dibujos de Tolola, bueno, en inglés se llama Lola. A ella le encanta disfrazarse como a mí, y también pintar y las pegatinas. Voy a poner en mi libreta las pegatinas de monstruo que me regaló mi primo, que siempre está con sus amigos cambiando pegatinas para su álbum de monstruos. Y tiene uno muy antiguo de su papá. Y es mi primo guay porque siempre me regala pegatinas.



Foto: Marijo Grass


Ya hemos llegado. Mi abuela es muy mayor y vive en una casa que tiene muchas escaleras; siempre prepara croquetas y calamares cuando venimos a verla. Yo me como las croquetas y mi tía los calamares porque mi abuela sabe lo que nos gusta a todos y también es guay. Dice que cuando cumpla 8 años me regalará su Mariquita Pérez. A mí me gusta sentarme en su mecedora y que me cuente la historia de su Mariquita porque ella sabe contar los cuentos muy bien.



Foto: Marijo Grass


Las abuelas de mis amigas no juegan con muñecas ni les compran vestiditos, pero la mía sí porque es muy guay. Y me deja que vista y peine a su Mariquita.

—Vamos, abuela, cuéntamelo otra vez.

Y ella se sienta en la otra mecedora y nos balanceamos mientras escucho su historia.

—La muñeca Mariquita Pérez era el sueño de todas las niñas de mi generación. Cada año, cuando escribía la carta a los Reyes Magos, pedía lo mismo: “ Quiero que me traigáis la Mariquita”. Pero la Mariquita nunca llegaba. Sólo la tenían las niñas pudientes porque con las 150 pesetas que costaba era asequible para unas pocas.
— Abuela, ¿qué son niñas pudientes?
— Las que tenían familia con dinero y se lo podían permitir.
— Y, ¿ por qué no ibas al cajero a sacar dinero?
— Cariño, eran tiempos muy malos; después de una guerra; casi no teníamos que comer. No había cajero donde guardar el dinero, pero una Señora que sí lo tenía se le ocurrió diseñar una muñeca igualita que su hija porque, ella sacaba a pasear a la niña por la playa de San Sebastián y la vestía igual que a una muñeca antigua de porcelana que le había tocado en una rifa, de las que se hacían para recaudar dinero para los más pobres y, como llamaba mucho la atención, se le ocurrió montar su negocio y fabricar una a la que llamó Mariquita Pérez.
— ¿Cómo se llamaba la niña?
Leonor, como su mamá.
— ¡Anda!, como la princesa, pero su mamá se llama Leticia, y se parece a una Barbie que tiene Alba. Y a su hija le han hecho una muñeca que se viste igual, que me lo ha enseñado una señora en el tren; salía en su revista…
— Pues esta muñeca tenía todo tipo de accesorios: guantes, abrigos, zapatitos de piel, sombreros, traje de tenis, paraguas…¡Qué se yo!, hasta una peluca con melena corta y otra larga.
— Yo tengo una peluca rubia de pelo liso de Hanna Montana. Bueno, es de Alba pero me la deja, que yo también le dejo el Baby Born.
— A Mariquita le hacían programas de radio donde contaban su vida y sus aventuras. También le escribían cuentos; esto lo hizo un señor que fue un gran escritor. Se llamaba Torcuato Luca de Tena, pero lo de Mariquita lo firmaba como Juan Cuentista. Años más tarde empezaron a vestir a las actrices como la muñeca, para hacer la promoción, como a una niña que cantaba y hacía películas que se llamaba Marisol.



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— Abuela, ¡yo también quiero un vestido como el de mi muñeca!
— A las niñas que no podíamos tenerla nos gustaba mirarla en los escaparates de las tiendas, que los arreglaban muy bonitos, con todas sus cosas, pero a mí los Reyes me traían siempre un muñeco gordito que se llamaba Pepón. Y lo raro es que Pepón desaparecía cada año por las mismas fechas. Por Todos los Santos ya no encontraba a mi muñeco por ninguna parte. Y yo le preguntaba a mi mamá y a la abuela si lo habían visto y siempre obtenía la misma respuesta: “Tú sabrás donde lo tienes” o ¿Cómo voy a saber dónde lo has metido?” Y esto no me pasaba a mí sola; todas las madres de la posguerra tenían hijas a quienes les desaparecía su Pepón pero, misteriosamente, el día de Reyes aparecía, con ropita nueva, o el carrito repintado, y más guapo que nunca.
— Menos mal que los Reyes lo encontraban, abuela, porque son Magos.



Foto: Marijo Grass


— Yo ya dejé de escribir mi carta a los Reyes Magos pidiendo a Mariquita, pero es algo pendiente que quedó en mi infancia. Entonces, tu mamá, que estaba embarazada de 4 meses, me dio un día la sorpresa. La acompañábamos al tren con el abuelo y, antes de subir, me dijo:

“Mami, espero que te guste el paquete que he dejado en tu habitación”

Me quedé muy intrigada. ¿Qué será?, pensaba. Cuando llegamos a casa encontré una caja grande muy bien envuelta. La abrí nerviosa y casi me ahogo de la emoción. Allí estaba: mi Mariquita Pérez en su baúl, exactamente igual que la de mi niñez: con su sombrerito, su abrigo y su bolso preciosos. Empecé a llorar y a besar a la muñeca con la que siempre había soñado. Al cabo de tantos años… pero ahí estaba. Venía con un cuadernito para que las niñas escribieran su diario.
— La tía Layla me ha comprado un diario de los chinos con candadito y todo.
— En ese momento me dije: prometo cuidarte hasta que encuentres tu nueva mamá que está por nacer, mi nieta Zoe.
— Abuela, ¡¡¡que SOY YO!!!
— Y mira toda la ropita que le he ido comprando en estos años.
— Qué chula, abuela. Yo quiero un vestido igual. ¿La llevamos de paseo?
— Vale, coge su abrigo y el tuyo también, que ha llegado el invierno de golpe y no queremos ponernos malitas ninguna de las tres.



Foto: Marijo Grass



Este relato está dedicado a mi SUPERMAMÁ; y a LOLA, que es como mi cibermamá en la Blogosfera.

Y como esta es una historia EN FEMENINO, quiero agradecer a Simone el premio que ha concedido a esta casa para “…las chicas que tengan algo especial, que transmitan complicidad, ternura, diversión y fuerza porque son mujeres independientes y decididas con sus neuras preocupaciones y alegrías”





MIL GRACIAS SIMONE por incluir este blog en esa descripción.

Me gustaría que os llevarais el premio TODAS las comensales de esta cocina; sin duda os lo merecéis tanto o más que yo.


Os dejo con esta versión acústica de LAYLA, compuesta por Eric Clapton en 1972 como homenaje a Patty Boy, que por aquél entonces era la compañera de su amigo George Harrison y más tarde se convirtió en su mujer.