10 de diciembre de 2009

BARBIE Y PENN

Dos ICONOS imprescindibles para LA HISTORIA DE LA MODA

Foto: Marijo Grass


A punto de finalizar la primera década del siglo XXI, cuando el mundo se tambalea azotado por una crisis de dimensiones planetarias y la poderosa industria de la moda intenta— sin demasiado éxito—, redefinirse, reinventarse o reciclarse gracias a la fusión de las ideas que triunfaron de los 40 a los 90 del siglo pasado; al tiempo que modelos, celebrities o personajes de renombre compiten en escenarios y alfombras rojas para dar la nota o alcanzar la excelencia en materia de estilo: Rihanna versus Lady Gaga con revival de los 80 más extravagantes— que no extremados—, por poner un ejemplo mediático; Gucci recuperando el Hippy-chic de los 70 en versión luxury, a pesar de que muchos de los grandes como Christian Lacroix o Escada cierran sus talleres de alta costura por insolventes y, cuando los creadores de imágenes intentan sorprendernos por obra y gracia de la tecnología más que de las ideas inéditas o mediante su mirada genuina— Leivobitz, Weber o Meisel—, NO puedo dejar de rendir pleitesía a dos iconos de gran peso y relevancia en su relación con la moda.


La primera: BARBIE, siempre perfecta, estilosa y sin acusar sobredosis de botox, que ha cumplido en el 2009 cincuenta años, poblando la escena de los sueños de muchas generaciones de mujeres que refinaron gustos y guardarropa gracias a la muñeca que acercó el mundo de los adultos y la high society a las niñas ( entre las que no me encuentro porque a mí me compraron la Nancy).





Foto: Archivo Mattel Inc


El segundo, IRVING PENN: el fotógrafo que convirtió la elegancia minimalista en un estilo sin precedentes, creando escuela hasta sus últimos días y dejándonos un legado que ocupará muchas páginas en la historia de la fotografía de moda, además del retrato o la publicidad más rompedora.




Foto: Irving Penn



A aquellos que hemos hecho de la imagen nuestra pasión, nuestro trabajo o la manera de expresar cómo vemos el mundo, la reciente desaparición del Sr. Penn— como gustaba llamarse entre sus colegas de profesión—, nos ha dejado huérfanos de MAESTRO, del más exquisito referente en el trabajo de estudio y del mejor ejemplo para aprender la composición a través de los límites del encuadre; con una puesta en escena, en apariencia sencilla pero elaboradísima escultura de luz, con la que consiguió captar
la esencia de los diseños que portaban sus modelos, transmitiendo una emoción inigualable en su distinguida presentación.



Fotos: Irving Penn



A los que desconocían al artista— aunque reconozcan algunas de sus imágenes emblemáticas o el trabajo de los que han querido emular su singularidad—, me atrevería a decir que a Irving Penn podríamos considerarlo como el primer gran fotógrafo MODERNO del s.XX: por su audacia, perfeccionismo y transgresión de los parámetros que dominaron el concepto de “estilo” en su arte desde su aparición y demostrado éxito de la mano de VOGUE, la publicación que le catapultó al estrellato y con la que ha colaborado hasta el final de su vida.





Portada Vogue: Irving Penn



Y, como Andy Warhol en el diseño publicitario o Cartier Bresson en el fotoperiodismo, su contribución a la historia de la representación visual, ha traspasado los límites de lo comercial, documental e iconográfico, y por eso merece todos los tributos que se le ofrezcan, aunque sea a título póstumo, como en este post.






Foto: Irving Penn


Los que sí tuvieron el privilegio de trabajar con él frente a un fondo gris dicen que amaba el silencio, que era un hombre de pocas palabras y que su método y precisión hasta conseguir captar el gesto deseado bañado por la luz del blanco al negro demostraba una y mil veces su genio.


Nos enseñó su brillante maestría en el arte del retrato. En su decorado en forma de V invertida posó la representación más ilustre de la cultura neoyorkina durante la postguerra y en décadas posteriores: Truman Capote, Arthur Miller, Tenessee Williams, De Kooning, Giacometti, Duchamp, Stravingsky, T.S. Elliot, Dalí, Miró, Picasso, Marta Graham, Georgia O´Keefe, Ingmar Bergman, Marlene Dietrich, Janes Joplin, Woody Allen y tantos otros…





Foto: Irving Penn


Su omnipresente composición triangular de corte divino o pitagórico, la capacidad de otorgar ese porte de grandeza a los protagonistas de sus imágenes acentuando su personalidad— se tratara de artistas de cualquier disciplina, trabajadores de múltiples oficios o indígenas de Nueva Guinea, Camerún, Perú o el desierto marroquí, situándolos en su tienda-estudio portátil con tamizada luz natural y evitando enfrentarlos a su entorno—, evocan auténtica poesía visual.





Foto: Irving Penn



Si alguien ha conseguido equiparar el bodegón publicitario en toda su dimensión a las brillantes obras de la pintura flamenca o, embellecer una colilla, un plato grasiento o unas migas de pan y dotar de vida a la Naturaleza Muerta ha sido, sin duda, Irving Penn.




Foto: Irving Penn



Su musa y modelo fue su mujer: Lisa Fonssagrives, con la que esculpió una ingente galería de imágenes para el recuerdo y los archivos de VOGUE y HARPER´S BAZAAR, con esa mirada de costado que también le dibujaron a la primera Barbie que salió al mercado, tan glamurosa y sofisticada como esta antecesora de carne y hueso, que bien pudo inspirar hasta la posición y acabado de sus manos, tan estilizadas como las de ella.





Foto: Marijo Grass Foto: Irving Penn



Y es ahora, por su medio siglo de vida que se suceden los homenajes a este concepto de muñeca diseñada por Ruth Handler, para deleite de las niñas que con ella pudieron imaginarse en su vida adulta y proyectar su futuro como mujeres completas, capaces de desarrollar una profesión como un hombre siendo: abogadas, deportistas, ingenieras, astronautas o arquitectas. Creo que esa fue la gran apuesta de la dama de Mattel: una mujer de negocios, emprendedora y vanguardista como ninguna en aquella época, en la que la mujer empezaba a incorporarse al mercado laboral y ampliaba sus expectativas como profesional y no solo como esposa y madre perfecta.





Foto: Marijo Grass



No existe otra muñeca que haya sido vestida por los mejores diseñadores del mundo, que la hayan cubierto de pies a cabeza con obras maestras de la alta costura; que mantenga admiradores de cualquier edad o condición a lo largo y ancho del planeta. Desde su presentación en la Feria del Juguete de Nueva York en 1959 cambió los parámetros del juego simbólico utilizado por las niñas hasta la fecha, acostumbradas a grandes bebés sin accesorios ni personalidad alguna, con tan solo la posibilidad de emular estos maniquís como figuras recortables a las que superponer un vestido de fiesta. Madres e hijas quedaron cautivadas por su elegancia y sofisticación, su esbelta figura y sus rasgos dibujados manualmente con la mirada hacia la derecha, labios en forma de corazón color rubí y unos aros dorados colgando de sus orejas.


Charlotte Johnson fue la primera diseñadora que vistió a Barbie creando un completo guardarropa que incluía hasta los más pequeños detalles: bolsos, gafas, joyas, zapatos, sombreros y un largo etc.





Foto: Marijo Grass



Barbie no fue diseñada para realizar las tareas del hogar sino para triunfar en la vida rompiendo moldes como ocurrió en la sociedad americana pionera y defensora de los derechos de la mujer de aquella época. Se adaptó a los cambios, emuló a las féminas que tuvieron influencia de dimensión planetaria de la política a la moda, la cultura o la ciencia. Le crearon un novio ( Ken), amigas (Midge), hermanas ( Skipper y los mellizos Tutti y Todd) y tuvo una vida exitosa y placentera. Y, a pesar de la gran competencia, las parodias y la aparición de las nuevas tecnologías ( Barbie fue pionera en tener su propia website), las niñas y sus madres continúan coleccionándola y jugando con ella.





Foto: Marijo Grass


En Barcelona, al mismo tiempo que se inaugura la tienda Barbie más grande de Europa y, a propósito del cincuentenario de la muñeca, todavía se puede visitar una curiosa exposición en la que 50 mujeres de la cultura actual española le rinden homenaje reinventándola a su manera: fotógrafas, diseñadoras, deportistas, escritoras o periodistas la muestran en diferentes facetas. Carme Ruscalleda la convierte en cocinera. Alaska en drag queen, la medallista paralímpica Gema Hassen-Bey la sienta en silla de ruedas. Lucía Extebarría, Benedetta Tagliabue, Amaya Arzuaga, Rosa Clará o Sita Murt entre otras, presentan su versión de la famosa muñeca. Hasta se puede contemplar el modelo de Fiat Barbie auténtico de edición limitada, que yo solo imagino en manos de Paris Hilton o algunas de sus amigas adoradoras del Pink Lady que, por lo visto, mantiene su protagonismo aunque cumpla muchas más décadas.





Foto: Marijo Grass

Os dejo con este curioso extracto de documental sobre la historia de esta muñeca, con la intención de proporcionaros un rato de entretenimiento y, pido por adelantado mis disculpas porque durante los próximos 10 días estaré de viaje y no creo que pueda visitar vuestras casas para disfrutar de la lectura y los comentarios que las ocupan a diario. Si es posible intentaré no faltar a mi cita el próximo jueves.

¡Feliz semana y hasta pronto!