27 de agosto de 2009

¡¡¡Y YO con estos PELOS!!!

Foto: Marijo Grass

ALBITA
es una joven fisioterapeuta, gran profesional y romántica hasta la médula.
Está cursando un Master para ampliar su formación, además de hacer horas extras en una clínica de rehabilitación que la ayudan a financiar sus estudios y ampliar su corta experiencia.

Con 22 recién cumplidos se lamenta de haber tenido solo un novio: el del instituto; que la dejó por otra chica de su clase, rubia platino de adopción y más dispuesta que ella, cuando era adolescente, a practicar sexo sin amor.

Albita tiene debilidad por los chicos malos. Está convencida que su bondad y nobleza los conducirá por el buen camino. Aunque fracase una y otra vez en el intento no pierde la esperanza de enamorar al príncipe de sus sueños: un joven Indiana Jones, bello y aventurero.


Foto: Marijo Grass

Lleva todo el curso intentando que alguno repare en sus virtudes pero, hasta ahora, su dedicación solo le ha reportado alguna mirada furtiva de deseo, y una invitación por parte de un compañero del Master a que le envíe los apuntes antes de los exámenes; que ha contestado, presa de la emoción, interpretándolo como una cita más que como asunto de colegueo.


Después de transcribir sus anotaciones, añadiendo ejemplos mejores que los de sus maestros— para contentar al nuevo Indiana que ya aparece en sus sueños—, no ha recibido ni un mail de agradecimiento, dejándola desolada y sin ganas de acudir a la fiesta de clausura del curso veraniego.

— Pero, ¿por qué no te pones esa minifalda divina y, después del examen, te desmelenas un poco?— pregunta Marieta, su compañera de piso y mejor confidente desde que eran pequeñas.
— Después de las prácticas del otro día me da no se qué…— responde Albita, al tiempo que trata de enfundarse unos tejanos viejos— ¿Y si me encuentro con ÉL?— continúa, revolviendo con nerviosismo el cajón en el que guarda su ropa interior.
— Pero, ¡si debes ir a la fiesta por esoooo! Es la ocasión perfecta para conocerlo.
— Me parece que ha quedado con unos amigos para hacer rafting mañana.
— Bueno, podría cambiar de opinión…Y habrán otros tíos disponibles, ¡digo yo!
— No creo; además, me corto. ¿Qué voy a decirle? En las prácticas, haciendo tracciones, creí que le sudaban las manos porque se había puesto nervioso al toquetear mi cuello. Le escribí un mensaje diciendo lo bien que me había sentado su masaje y…, todavía espero una respuesta...
— A lo mejor es tímido y con unas copas lo supera en un momento...
— No sé, supongo que después de currarme los apuntes sin recibir un simple “gracias” es mejor que me olvide… Ahora no estoy de humor para fiestas, y menos con este aspecto.
— Te equivocas; una copa y un poco de baile te sentarían de lujo pero, si prefieres deprimirte en el sofá y quedarte hecha un muermo... Además, aquí no conocerás a nadie, excepto los “piezas” que tiene mi novio como amigos y esos no te los recomiendo.
— Tengo que depilarme y solo me quedan limpias las bragas de la regla. ¡Mira el grano que me está saliendo en la barbilla! Esto no lo disimula ni tu fabuloso corrector de ojeras.
— Hay cuchillas nuevas en el baño y, puedes coger un tanga de mi colección; pero no me rayes con el Indi si no pones algo de tu parte…
— No te preocupes. Por cierto, no he ido al súper; con tanto examen…
Don´t worry. He encargado a Santi los ingredientes. Voy a preparar unos makis. Tenemos pendiente la quinta temporada de Perdidos.


Foto: Marijo Grass

—Pues, que lo disfrutéis. A lo mejor me voy al cine con Yolanda…
—Por si cambias de opinión, te dejaré la ropa en el baño.
—Gracias, guapa, no creo que sea necesario.


Pero los planes de Albita para esa noche se alteraron de golpe porque sus compañeras de clase la arrastraron al evento; como le obsesionaba su aspecto decidió entrar en Mango— que anunciaba segundas rebajas—, a comprarse algo nuevo.



Foto: Marijo Grass

Al final añadió unos tejanos blancos antes de pasar por caja y se soltó su melena rizada para ocultar el grano puñetero.



El local estaba situado frente a la playa, aunque la decoración interior tenía un aspecto un tanto siniestro; más parecido al bar que hay frente al Museo de cera, en el que los clientes se transforman en muñecos; como Las Lagartas de la clase de Albita, que parecen empuñar un fusil para disparar a todos los tíos buenos; babeando frente a sus presas mientras deciden a quien atacan primero, porque el final de los exámenes anuncia la era de la locura y el desenfreno.




Foto: Marijo Grass

Ella intenta pasar desapercibida, aunque nadie lo diría por el top que se ha puesto, descubriendo su espalda divina por si aparece el joven Indiana y se le ocurre repetir la práctica del masaje terapéutico.


Y como su hada madrina es un amor y siempre está preocupada por sus anhelos le concede su deseo; pero ella sufrirá de nuevo un “quiero y no puedo”:

—Quiero que me haga caso, pero si lo hace me muero, porque a pesar del apaño del top, no voy depilada y no puedo— se lamenta Albita al observar la sonrisa embaucadora con la que aparece el Indiana Jones de sus sueños.

Aunque no tenga intención de retozar con el maromo en esa cita, sentir piernas e ingles luciendo como un osezno le produce tal inseguridad que se pone a temblar como una niña asustada en mitad del bailoteo, cuando los brazos del Indiana la atraen hacia su cuerpo.

Podría hacer una lista infinita con las amigas que me han relatado este suceso: el que te deja a dos velas y te estropea un planazo por culpa de los pelos. Supongo que es algo cultural y que no todo el mundo se identifica con ello.

Foto: Marijo Grass


Esta misma tarde, después de que Albita me relatara el suceso, he estado contemplando algunas bellezas nórdicas en la playa luciendo axilas leñosas y un buen entrecejo. El asunto es que te sientas bella y segura, y decidas tus locuras sin que nada ni nadie te presione por ello.