30 de julio de 2009

HACERSE "FAN"

Foto: Marijo Grass

Desde que tengo uso de razón, cuando algo me gusta por motivos que no necesito justificar exclamo: ¡SOY FAN!, y punto. Soy fan porque sí: porque me complace, me arranca una sonrisa o me hace sentir bien. Incluso hoy sigo pensando en las cosas de las que puedo hacerme fan y me doy cuenta que la mayoría tienen que ver con: la comida, el cine, la música o cualquier otra manifestación artística; que son temas de mi interés.

El término “fan” ha vuelto con fuerza gracias a Facebook, donde cada día se crean nuevos grupos para hacerse fan de lo que sea. Incluso parece existir una competición mundial por ser el más original proponiendo de qué o de quién te gustaría hacerte fan, unirte a un grupo e invitar a tus amigos a sumarse a la iniciativa.

En los últimos tiempos, me han invitado a hacerme fan de:

· Musculmán

· Supercoco

· Sofá + Mantita + Peli

· Ahorra agua, dúchate con alguien

· Yes, we jarl

· Hacerse fan de todo

O unirme a grupos tan singulares como:

· Estoy harto que telefónica nos engañe— Autoayuda.

· Normas para usar el móvil sin parecer un desesperado— Citas y relaciones.

· Tomatina 2009— Actividades.

· Lucha contra la invasión de los ultra-modernos— Organizaciones religiosas.

· Yo también estuve con un imbécil— Interés común. Mascotas y Animales.

· Toston Club ( fan del plátano macho frito)— Interés común: comida y bebida.

Creo que jamás estuvieron tan de moda las congregaciones, supongo que porque resulta cómodo, barato y tiene su punto de diversión. Estoy convencida que una se crece en estos grupos: todo un paraíso para encomiar o vituperar; hasta me empieza a parecer una buena terapia para reforzar la autoestima a través de la supremacía del individuo, que encuentra un espacio para reivindicar su ideología vital en un foro planetario y saberse acompañado en sus cuitas fortalece la personalidad.



Foto: Marijo Grass

Cuando era pequeña, los grupos de fans se formaban a través de un apartado de correos publicado en los tebeos o revistas juveniles; el apoyo del club de fans para un artista, deportista o personalidad publica reconocida y, por extensión su grupo, equipo u obra era tan eficaz como el marketing viral actual, además de un divertimento para tu tiempo de ocio.

No recuerdo haberme suscrito jamás a ningún club de fans, a pesar de las veces que he utilizado el término en su acepción de apasionado y entusiasta más que como idólatra o hincha: como en el fútbol, que es donde el fan se convierte en fanático, aunque se le llame
“seguidor”.


Foto: Marijo Grass

Reconozco públicamente que no entiendo nada de fútbol, pero nada de nada, más allá de lo que significa un penalti o un gol. Cuando me hablan de jugadores ilustres nunca tengo claro al equipo al que pertenecen; y eso, para muchos de mis amigos, merece: una condena a las galeras, rendir cuentas a un tribunal de la inquisición, renunciar al vermutillo los domingos por la mañana, o superar mi adicción al chocolate y los bolsos de marca…Vamos, que a pesar de que me defiendo con frases como: “Es que soy más de tenis, basket o natación” “NO se vale”, como exclama mi hija cada tres frases.

Confieso que no me levanté del sofá viendo el partido que le adjudicó la ensaladera a Nadal; contemplé los éxitos de Phelps en las últimas olimpiadas y sigo a los españoles en la NBA, incluso al equipo de natación sincronizada de la Mengual, pero el futbol no ha despertado nunca mi interés; y eso que la semana de los grandes éxitos del Barça— que hizo triplete colocándose en la cima del mundo futbolero—, mi condición de residente en el centro de Barcelona me impidió descansar.

Recuerdo que el día glorioso de la Champions vino mi amigo Guillem a cenar, lo que demuestra que tampoco le tira mucho el asunto, o su plan para esa noche hubiera coincidido con el de media España: reunión de amigos y cerveza disfrutando frente a una enorme pantalla. Aún así, no pudo evitar encender la mía para disfrutar de los últimos minutos memorables del equipo de Guardiola.

Pero tía, que es la final de la Champions…
Como si es el día de la marmota…
Yo no soy seguidor pero, ¡esto es un acontecimiento nacionaaal!
Eso es lo que me desconcierta, si se tratara de las elecciones generales no veríamos ni la décima parte de entusiasmo.
No es comparable; para muchos el fútbol es su vida, su religión, su terapia y su adicción. Su entrega es tan grande que no existe lealtad ni fidelidad mayor.
Digno de admiración. Hasta me siento culpable y todo por no sumarme al jolgorio.


Y de nuevo recuerdo el día de la marmota. En fin, qué le vamos a hacer…



Una vez demostrado con creces que el Barça lidera el imperio del futbol mundial, la ciudad todavía brillaba de color azulgrana: los balcones permanecían engalanados con banderas y bufandas, los escaparates se vestían de triunfo, el caos circulatorio se amansaba y hasta el humor de los transeúntes mejoraba y se contagiaba. Y esto me complacía de verdad: el efecto colateral en el ánimo colectivo, tan castigado últimamente por los ERE´s, la subida de los tipos de interés o el precio de la patata.



Foto: Marijo Grass


Unos días más tarde, cuando la euforia se manifestaba en el sol radiante y la sonrisa de los habitantes de la ciudad condal, me encontraba esperando en la parada que hay frente a mi casa un autobús urbano que me llevara a una cita laboral…



Comparto asiento en el banco con una señora de unos cincuenta y largos, con un discurso que la acerca a los setenta y tantos, y un señor que derrocha simpatía y agilidad, que no cesa de lucir sus ochenta y seis con una energía que ya quisieran muchas que no han cumplido los treinta y cuatro.


El amable caballero nos deleita con batallitas de su historia personal; me recuerda al abuelo Cebolleta de los tebeos de mi infancia y consigue hacerme reír sin parar.
En un momento de la espera competimos por ceder nuestro sitio a otra mujer más castigada por las emociones que por los años, y ni por esas consigo que este hombre encantador aparque su galantería y me deje levantar.


Mi sorpresa se acrecienta cuando otra señora le pregunta por el secreto de tamaña vitalidad, y el hombre revela orgulloso que todo se lo debe al CLUB, a quien lleva siguiendo toda una vida como el número uno de sus fans.

— Bueno, en realidad soy el socio nº 2 del Barça, pero el nº 1 se murió en marzo y ahora ocupo su lugar. Si el club me invitó a ir a Roma… pero, un asunto de familia me obligó a renunciar.


Foto: Marijo Grass


Inmediatamente, saca su cartera y nos muestra orgulloso su carnet.
Me quedo maravillada frente a la energía que derrocha este hombre tan jovial. Le pregunto si puedo hacerle una foto porque a esas alturas me parece una celebridad; me enorgullece haber conocido a alguien tan especial.

En aquél momento tan singular decidí hacerme su fan.


Foto: Marijo Grass


Per molts anys, Sr. Descals!