27 de mayo de 2010

A CURIOUS NIGHT

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Foto: Marijo Grass


Después de atravesar el caos nocturno de Broadway llegamos a casa del célebre Chip Kidd: un grandioso apartamento en lo alto de un edificio de 1928, en el Upper East Side: la zona donde vive la gente más pija, entre Central Park y el East River. Nos quedamos en la milla de oro de los Museos, cerca de la quinta avenida. Nada más entrar tengo que reprimir mi emoción de palurdo fallero al descubrir su gigantesca colección de tebeos, libros, gadgets de Marvel y todo lo demás. Esta casa es una especie de templo del diseño, con vitrinas atiborradas de tesoros y un mobiliario a-lu-ci-nan-te. Estoy flipando con su colección de juguetes, en especial con los Batman. ¡Joder!, de pequeño sólo me quitaba la máscara para dormir, y Vicente hacía lo mismo con su disfraz de Spiderman. Mi amigo intentaba trepar por las paredes del patio del colegio y yo dibujaba sus hazañas en la clase de mates que teníamos después, así acumulábamos meritos para que nos castigaran con doble ración de deberes para el fin de semana.





Foto: Marijo Grass


Mientras va llegando gente y a pesar de que deseo seguir curioseando, decido sumarme al primer grupo que se ha instalado en el salón; aquí hay otro niñato entreteniendo a la concurrencia con leyendas urbanas que circulan entre el gremio de dibujantes; como lo de las cenizas de Mark Gruenwald, autor de Capitán América, que fueron mezcladas con tinta para la impresión de un cómic. Parece que fue su última voluntad. El editor jefe de Marvel en aquella época decidió usarlas para imprimir “El escuadrón supremo”.





Marc Gruenwald



A raíz de su comentario, otro de los presentes se lanza a explicar toda clase de historias truculentas: como la maldición de Superman, la de Bruce Lee o la archifamosa de las portadas de Playboy. Por lo visto ya son 25 las chicas que la han protagonizado y han muerto prematuramente. Estoy convencido que Marga disfrutaría mogollón de esta tertulia pero a mí jamás me han interesado los “chismes”, como dice mi abuela, así que decido regresar a la cocina a buscar otra copa en el momento en que aparece el anfitrión con su séquito. No sé si estoy lo suficientemente borracho pero tengo la sensación de que esta noche todas las tías se parecen, o han decidido comprar el mismo vestido en las rebajas de Macy´s porque, detrás de una señora emperifollada que acompaña al que le ríe las gracias a Chip Kidd estoy viendo de nuevo a la tiparraca que me destrozó la bicicleta. Deduzco que es ella porque al cruzar nuestras miradas ha cambiado la expresión radiante del Joe´s Pub por la de malas pulgas de nuestro primer encuentro.





Foto: Marijo Grass


Me quedo contemplando las obras de arte que inundan el pasillo con la intención de observar sus gestos por el rabillo del ojo y averiguar algo sobre ella. Me pregunto si es dibujante o tiene relación con el gremio editorial; mi primera impresión es que la señora a la que rinde pleitesía es su jefa. Lo digo por el tono con el que la obliga a hacer llamadas o anotar cosas. ¡Joder!, estamos de fiesta, todo el mundo ha bebido más de la cuenta; son las 2 de la madrugada. ¿Cómo se pueden hacer llamadas a estas horas? Sí se puede. Esto es Nueva York. Un par de tíos empiezan a grabar con una minicámara a Chip Kidd mientras habla de su trabajo, de su vida y del diseño, como si fueran colegas que han decidido improvisar el reportaje en ese momento.








Julius, un puertorriqueño de Queens, con el que he estado charlando en el concierto, sale de la cocina sosteniendo un par de copas; me ofrece una al tiempo que retomamos la conversación.





Foto: Marijo Grass

Mira loco, tú que te disfrazas a diario. ¿Te interesa participar en una acción el jueves por la mañana?— continúa, después de dar un buen trago.

¿A qué te refieres?

Se me prendió el bombillo, nene. Puedes hacer de Cazafantasma, ¡en la Biblioteca Pública!

¿De qué va eso, tío?

Irrumpimos en cualquier lugar y realizamos una performance. ¿conoces el flashmob? Acciones espontáneas donde la gente participa.

Sí, algo ha llegado a España: como lo de congelarse en un Museo delante de un cuadro o viajar en metro sin pantalones.

Es un quitao. Vamos a encantar la Biblioteca. Hacemos ruido y ellos ahorran en publicidad. Se crea una buena repercusión mediática, en redes sociales y todo lo demás: una campaña low cost para fomentar la lectura y el uso de la Biblioteca.

Y, ¿cuál es tu papel en esta historia?

Trabajo con la gente de Improve Everywhere. Estuve haciendo cursos de improvisación y escritura de sketch cómicos en el Upright Citizens Brigade Theatre, y acabé colaborando con mi profesor: Charlie Todd, un jodido genio.

Suena cojonudo. Cuenta conmigo.










Mientras escucho al puertorriqueño no le quito ojo a la chica, que continúa atendiendo a su jefa mientras esta lo hace a su vez con el amigo de Chip Kidd, como si fuera una cadena de asistentes con diferente rango.

Julius me sugiere salir al exterior donde se encuentra la gente con la que empecé la noche. ¡¡Ostiaaaa!!, ¡qué cabrón!, es verdad que estamos en Gotham City. No me importaría nada vivir en esta terraza.





Foto: Marijo Grass


Mola un huevo. Voy a ver si me adopta este hombre, o me convierto en su paseador de perros, aunque no he visto ninguno por aquí; también podría hacer de machaca en su estudio. La cuestión es seguir oKupando su terraza. ¡Vaya!, la trituradora de bicicletas acaba de hacer su aparición. ¿Estará disfrutando del coffee break de las 4 AM? Debería abordarla ahora mismo, antes que desaparezca de nuevo o el alcohol que corre por mis venas me impida articular palabra.


Hey, ¿qué tal?— le suelto, acercándome a ella después de meterme el resto de la copa de un trago.

¡Que te jodan!

Creía que querías disculparte por destrozarme la bici.

Eso era antes. Ahora me da lo mismo.

Oye guapa, no te pongas borde conmigo, que yo no soy la bruja que te da órdenes sino la víctima de tu torpeza como conductora. Siento haberte dejado con la palabra en la boca antes. Sólo quería que lo supieras.


Se queda contemplando las vistas, ignorando mi presencia, pero al momento reacciona y se dirige a mí en Español.


Ahorita no me voy a dar un agarrón contigo. Llevaba una furgoneta cargada y me esperaban todos en Bergdorf Goodman

Ya me pareció que andabas bastante estresada; igual que en este momento— le respondo en tono conciliador, acompañado de una gran sonrisa. Ella me regala otra, y casi puedo asegurar que lo hace con cierta coquetería. Parece que por fin se relaja un poco y recupera el atractivo.

Oye, ¿eres mexicana? ¿Te apetece otra copa? — pregunto de forma atropellada, con la intención de continuar la charla y saciar mi curiosidad.

Ni modo. No sé si he terminado de trabajar, y no me gusta chupar.

Pues a tu jefa parece que sí. No para de darle al tequila.

Es one hundred por ciento chicana. Sostiene el vaso porque le da seguridad, pero jamás la vi ahogada, y hace casi un año que soy su achichincle.

¿Su qué?

Su jodida ayudante.

Ahh!


Y la jodida ayudante me regala otra sonrisa resignada al escuchar la voz de la bruja chicana repitiendo su nombre desde la puerta de la terraza, obligándola a acceder al interior.


Por cierto, soy Marco.


Ella hace un ligero aspaviento con los brazos como para subir el volumen y escuchar a la bruja a voz en grito: ¡¡¡GABRIELAAAAA!!!


— Gaby, soy Gaby— me dice, al tiempo que se apresura a alcanzar a su jefa.





Foto: Marijo Grass


La pierdo de vista otra vez y me quedo ensimismado observando una pared de pizarra atiborrada de rótulos y grafitis que va dejando la gente que circula por la casa. Me siento aturdido. Creo que estoy rozando mi límite con el alcohol, pero una fuerza inusitada me obliga a levantarme y empezar a dibujar. Y de repente, del trozo de tiza que mueve mi mano a toda velocidad aparece ella, tal y como la interpreta mi cerebro. Uff, mal asunto. No quiero repetir la historia de Marga. Debería largarme a dormir la mona y olvidarme de esta chica. ¿Cómo era eso? ¿Lo que mal empieza mal acaba?


Decido salir de allí antes de perder el sentido y hacer el ridículo vomitando en casa de una celebridad. Al atravesar el salón no veo a Gaby ni a su jefa por ninguna parte. En su lugar me encuentro a mi nuevo amigo: el agente de dibujantes, a quien todo el mundo llama Flash, conversando con Chip Kidd. Este me dirige la palabra por primera vez en toda la noche cuando me despido y casi no sale un sonido de mi boca, de la tajada que llevo encima.


Marco, ¿no? De España.

Ejem, sí. Yo mismo.

Me han dicho que tienes algunos álbumes publicados.

Mmmm, sí.

Me gustaría ver tu trabajo. Pásate algún día por el estudio.

Mnnn, OK. Lo haré.


Me siento completamente gilipollas. Salgo del lujoso apartamento dando tumbos y maldiciendo mi estado de embriaguez. Mierda, tengo una oportunidad de oro para promocionarme y la jodo por completo. HURK! Parezco el perro de Eric Bezdek, a punto de echar la pota por todas partes.





HURK by Eric Bezdek


No sé qué hora es ni como he llegado a casa. ¿Me habrá traído alguien? Arggg, apesto. Voy a pegarme una ducha y a preparar un café con tres cargas. El que dan aquí en los bares tiene demasiada agua.

Subo a la azotea con mi mug de Spiderman humeante y me encuentro a Mauro sobando en una hamaca, enrollado como una momia en una manta.


Hey, tío.


Recibo un gruñido por respuesta. Le acerco la taza a la cara para que pueda oler a café recién hecho. Parece que empieza a reaccionar.


La reconcha de tu madre. ¿No tienes un pomo que haser tan temprano?

Tío, son las 6 de la tarde.

Callate pelotudo.

Toma, bebe un poco. Me parece que lo necesitas tanto como yo.


Me acomodo en otra hamaca desvencijada a contemplar el Hudson. Al cabo de un rato resucita mi amigo. Intentamos recordar cómo acabó nuestra noche. El dibujo de tiza que hice en la terraza de Chip Kidd aparece en mi cabeza de nuevo. Mauro dice que la mina le pareció re-linda, refiriéndose a Gaby. Cree que está haciendo algo para Bergdorf Goodman. La resaca le impide rememorar lo sucedido con claridad. Ahora todo está borroso en mi cabeza pero me suena. Bergdof Goodman es una marca de lujo que tiene tiendas en la quinta avenida, enfrente de Tiffany´s , al lado de Central Park. No me imagino a esa chica en un lugar tan sofisticado. En fin, ya lo averiguaré. Tengo la sensación de que nos vamos a cruzar de nuevo. De momento, necesito comer algo y creo que Mauro también. Mi estómago me recuerda la sopa Thai que me ofreció Lynn, la japonesa. Debería llamarla, o visitar su taller de origami en el Museo. La verdad es que parecía encantadora. Espero que nos volvamos a ver, pero antes necesito recuperarme de esta curiosa noche en la ciudad.





Foto: Marijo Grass



CONTINUARÁ


20 de mayo de 2010

EXPLORANDO NYC

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Foto: Marijo Grass


Esta ciudad es una fuente de inspiración constante. A menudo me cruzo con un montón de personajes que acaban abocetados en mi libreta, mientras ceno algo en una pizzería de Broadway con la 48, los días que salgo tarde y no tengo tiempo ni de quitarme el disfraz. Creo que la fauna humana más asombrosa del planeta reside en esta ciudad. También empiezo a sentirme cómodo con mi rutina y me muevo en bici sin problemas. Mauro me ha enseñado atajos para llegar a los sitios, aunque estoy seguro que cuando se presente el crudo invierno volveré a utilizar el metro; dudo que mi cuerpo soporte temperaturas bajo cero pedaleando, aclimatado como estoy al sol Mediterráneo.


La verdad es que el potencial creativo que hay aquí es brutal; todos sueñan con triunfar en la Big Apple. A nadie le sorprende que un dibujante del montón, como yo, tenga cinco álbumes en el mercado. Sólo tienes que estar receptivo; inmediatamente aparece gente insólita con talento para lo que sea.






Foto: Marijo Grass


El otro día, cuando cruzaba el puente de Brooklyn, directo a mi curro de Spiderman en Times Square, me paró un niñato pidiéndome el móvil para hacer una llamada superimportante porque se había quedado sin batería en mitad de la conversación. Y lo hice. Resultó que era agente de un montón de artistas frikis: grafiteros, diseñadores y dibujantes. ¡Joder, si no tendría más de 17 años!, pero todavía flipé más cuando me agradeció el gesto regalándome una invitación VIP para una megafiesta que organiza Comic Art Magazine en un famoso garito del Soho el próximo fin de semana. ¡Alucinante! No sé si en Valencia hubiera hecho lo mismo. Seguro que el chaval se habría largado corriendo con mi móvil en la mano. Tampoco imagino a ninguno de esa edad con una cartera de clientes como la de este pavo, y mucho menos un agente de artistas.


Eso mola un huevo: en cualquier momento puedes conocer a alguien que cambie el rumbo de tu vida, tu trabajo o el plan que tengas para esa noche. Y cualquiera, por mucho que su aspecto o su edad te confunda, puede ser una celebrity en lo suyo. Por lo visto este niñato lo es. En España sería impensable, empezando porque la mayoría de nosotros ni siquiera tiene agente, pero que sea alguien con acné y semejante poder todavía sorprendería más.



Foto: Marijo Grass


He empezado a dibujar por las noches cuando llego a casa. Todavía estoy en esa fase de levantarme a una hora razonable para ir descubriendo cada día la inacabable oferta cultural de la ciudad, visitar exposiciones y todo lo demás. Para pegarme farras nocturnas casi espero que llegue Vicente, pero tengo mucha curiosidad por ese evento de Comic Art Magazine. Le he preguntado a Mauro si quería apuntarse y, por supuesto, ha aceptado la invitación; incluso pretende traer un par de amigas. Creo que está convirtiéndose en la familia que no tengo aquí, algo así como un hermano mayor. Me ha conseguido una entrevista en una Escuela de Arte de Harlem para dar unas clases, porque todavía no he cobrado el anticipo por mi nuevo álbum y sólo con el Toys “UR” us no sobreviviré mucho tiempo.





Foto: Marijo Grass


El otro día fui con él a una exposición en el Museo de Brooklyn, que queda cerca de casa, y aprendí la ostia. No tenía idea que Mauro supiera tanto de fotografía, y aquí se juntaban sus grandes pasiones: música e imagen. “Who shot Rock & Roll” se llamaba la muestra. Una crónica alucinante de la Historia del Rock a través de la mirada de más de un centenar de fotógrafos que han documentado, no sólo los conciertos, sino la vida y evolución de esos artistas detrás del escenario, en pleno proceso creativo, en los estudios de grabación, en su relación con los fans y las groupies, comiendo en su restaurante favorito, ¡vamos!, su “American way of life”. On the road, with the band. ¡Impresionante! Me ha recordado el ambiente que recrea Cameron Crow en su peli “Almost famous”





Foto: Marijo Grass


También había una sección dedicada a las portadas de discos más emblemáticas desde los 50 hasta nuestros días. Y, según Mauro, muchas de las imágenes no se habían publicado nunca porque formaban parte del archivo personal de los autores. En fin, he flipado bastante porque estaban todos: Elvis Presley, Robert Plant, David Bowie, Jimi Hendrix , Kurt Cobain, Nick Cave, Iggy Pop, Springsteen, Radio Head, Frank Zappa, Morrissey, Sex Pistols, Prince, Madonna… pero a mí me han hecho gracia unas fotos de Chris Stein para un nº de Punk Magazine del año 76, donde sale Richard Hell o Debby Harry como viñetas de cómic. ¡Joder!, el ferry de Staten Island se ve igual de cutre que ahora.






Estoy escribiendo mi propio anecdotario en la ciudad con la intención de dibujarlo. Marta es mi guionista habitual pero tengo ganas de hacer algo yo solo. A lo mejor es porque me da pereza continuar con el personaje de mi villana particular y necesito distanciarme un poco. Quizás por eso le he sugerido tantos cambios, y hasta que no me los envíe no voy a empezar; además, no me han pagado un puto euro en la editorial. Me gustaría hacer algo como Julie Doucet con sus diarios autobiográficos. La primera vez que vi sus dibujos me parecieron extraños; resultaban muy expresionistas y abigarrados, como si hubieran sido concebidos por un esquizofrénico, pero todo era real, aunque yo no lo sabía en ese momento. Además, no me extraña nada porque es cierto que aquí te vuelves loco o te conviertes en un puto genio, o ambas cosas a la vez. Me parece que no hay más opción.





Draw & Quarterly 1999


Sin ir más lejos, esta mañana he bajado a la calle 14 a comprar tinta y me he topado con una histérica que me ha chafado la bici haciendo marcha atrás con una furgoneta atiborrada de atrezzo, o de animales disecados, por lo que he podido observar a través de las ventanillas. ¿Qué clase de chiflada se pasea por Nueva York con una furgoneta cargada de cadáveres? El caso es que nos habíamos cruzado al entrar en la tienda. Ella salía en ese momento con una caja enorme repleta de tubos con papeles caros, tras los que asomaba un gorro estrafalario de colores y una expresión de malas pulgas. Le he sujetado la puerta e incluso me he ofrecido a ayudarla pero, me ha contestado con un bufido y se ha dirigido a su vehículo.


Una vez dentro y mientras buscaba mi material, se me ha acercado una japonesa muy simpática para preguntarme si los botes de tinta que tenía entre manos servían para pintar su colección de papelitos con los que hacía origami . Al final me ha enseñado una foto de uno de sus trabajos: la decoración del árbol de Navidad del Museo de Historia Natural.





Foto: Marijo Grass


Hemos hablado un momento mientras nos atendían y al salir es cuando he visto a la loca de la furgoneta maniobrando y aplastándome la bici. La muy zorra sólo ha sacado la cabeza por la ventana para gritar: I´M SORRYYYYYYY! Y se ha largado, dejándome la bicicleta hecha un ocho y con cara de Rey de los Gilipollas; porque ni siquiera le he soltado una animalada del tipo: STOP IT FUCK-BITCH! Pero, ¡qué cojones!, eso de quedarse sin habla les pasa a las tías. ¿Tendrá razón Vicente y me estoy convirtiendo en una NENAZA o es que tanto movimiento en la calle me aturulla?


Lynn, la japonesa, que ha presenciado el desastre, se ha ofrecido a acercarme en su coche a un taller que hay al lado de la New York University, en Waverly Pl con la 6ª. Una vez allí y mientras me hacían un apaño de urgencia, le he propuesto tomar un café para devolverle el favor; la chica parece curiosa y los animalitos que hace de papel también. Además, estábamos al lado de uno de los templos del gourmet: Dean & Deluca, en Broadway con Prince Street. Entrar ahí es toda una experiencia. Puedes encontrar delicatessen de cualquier parte del mundo y los pastelitos están de miedo. La primera vez que vi este lugar fue en la serie “Felicity” que trajo a casa una amiga de Marga. A ella le encantaba. Menos mal que nunca viajamos juntos a esta ciudad.





Foto: Marijo Grass

Hemos pedido un par de muffins de chocolate y dos capuchinos, y nos hemos acomodado en unos bancos tras la ventana.


Nosotros, al origami lo llamamos papiroflexia— le cuento, iniciando la conversación de nuevo.

What?

¡Papiroflexia!

Ah! Yo practico desde que era pequeña. Me enseñó mi madre para que aprendiera a concentrarme. Sufría déficit de atención y pensó que hacer esto me ayudaría, además de desarrollar cierta destreza con las manos.

Yo también sufrí déficit de atención. Seguramente para todo lo que no fuera leer y dibujar tebeos.

¿Eres dibujante?

Pues, sí.

A ver, demuéstralo.

Tú primero.

OK.


Entonces, ha sacado uno de sus papelitos de colores y ha empezado a plegarlo con delicadeza hasta que ha aparecido una mariposa. Sin decir una palabra la ha puesto frente a mí y, a continuación, yo he sacado mi bote de tinta y, con un pequeño pincel, le he hecho una cara y he decorado sus alas.


—Woow! Ahora sí que me gusta— ha exclamado al instante—. ¿Sabes? En el origami clásico se recortaba, pegaba y pintaba; pero en el moderno usar las tijeras es tabú. Hay que evitar la pintura y de ninguna manera utilizar pegamento. Se debe conseguir la forma perfecta a través del plegado. Todo se limita al papel y su manipulación, pero yo quiero pintar mis diseños. Me gusta tu técnica con el pincel. Me encantaría aprender.

—Todo es cuestión de mucha práctica pero podría enseñarte algunos trucos.

—Puedes pasarte algún día por el restaurante. A media tarde no hay mucha gente. Te puedo invitar a una sopa y tú me enseñas los trucos.

—¿Trabajas en un restaurante?

—Sí, en el Thai Angel, cerca de Canal Street. Y los fines de semana hago talleres de origami para niños en el Museo de Historia Natural.

—Y ¿Yo puedo apuntarme a un taller de esos?

—Umm, no pareces muy niño.


Y hemos empezado a reír a la vez. Un rato después nos hemos despedido como si fuéramos grandes amigos. Ese es el tipo de cosas que ocurren cuando estás receptivo, en una ciudad enorme, rodeado de desconocidos. Me he guardado su tarjeta del restaurante y hemos intercambiado los teléfonos. He estado a punto de invitarla a la fiesta de Comic Art, mañana por la noche, pero he pensado que quizás no era el momento porque Mauro trae dos amigas y, además, quiero dedicarme a conocer la fauna de mi gremio y no estar pendiente de una chica. Puede que haga una visita al Museo el domingo por la mañana para verla en acción: rodeada de niños, haciendo animalitos de papel.



Foto: Marijo Grass


Menos mal que Patrick me ha cambiado el turno en el Toys ur us para poder ir a la fiesta. Patrick es el otro Spiderman, además de un forofo de los Nicks. Hace un par de semanas me pidió que hiciera lo mismo porque su novia es cheerleader en el Madison Square Garden y tenía una entrada a pie de pista o algo así.





Foto: Marijo Grass


Cuando hemos llegado al Joe´s Pub había una cola enorme en la puerta, y dos seguratas, tamaño armario, controlando las invitaciones. Como teníamos un pase VIP hemos entrado enseguida. El local es espacioso, con grandes ventanales, una zona de restaurante, una especie de chill out y, al fondo, un escenario rodeado de pequeñas mesas; como en un cabaret clásico, con un maestro de ceremonias que me ha recordado a Carmen de Mairena: esa travesti que suelta perlas del tipo: “Soy puta y mi coño lo disfruta”, que también es el título de una de sus películas . Se lo iba a comentar a Mauro pero he pensado que como no conoce el personaje no le vería la gracia.


El público era de lo más variopinto: mucha gente “guapa” y la colección de frikis más grande que he visto en mi vida. Las amigas de Mauro: dos uruguayas recién llegadas, se han vuelto locas con tanto tío famoso y han desaparecido a los 5 minutos. Nosotros hemos decidido acercarnos a la barra a buscar unas copas.


Un camarero, con aspecto de haberse fumado una plantación de marihuana, nos ha servido un par de Cosmopolitan pero Mauro le ha dicho que eso era demasiado gay para él y ha pedido el whisky más caro, ¡como era gratis! Yo he preferido seguir con la cerveza.






Foto: Marijo Grass


Al cabo de un rato ha empezado el concierto. Me he quedado a cuadros porque el que estaba encima del escenario era nada menos que CHIP KIDD!! Joderrrr, es ¡la estrella del rock del diseño gráfico! Además, edita cómics y sus portadas de libros son alucinantes; como la imagen que creó para la novela "Parque Jurásico" de Michael Crichton, que después se utilizó para toda la promoción de la peli. ¡No puedo creer que esté en un bar con Chip Kidd, a tres metros de distancia, encima de un escenario!





Chip Kidd design


En mitad de mi flipada y mientras daba cuentas a Mauro del increíble currículum de Kidd, se me ha acercado una chica con el pelo largo disculpándose. Pensaba que igual me había tirado la copa encima pero ella ha seguido con su discurso.


Lo siento muchísimo, tío. De verdad, no quería destrozarte la bicicleta. Me alegra haberte encontrado, así puedes decirme lo que te ha costado la reparación y todo eso. Es que llegaba tarde, y era muy importante; casi pierdo el trabajo. Lo siento mucho, en serio.



Foto: Marijo Grass


De repente caigo en la cuenta que es la loca de la furgoneta. La verdad es que no se parece nada. No pensé que fuera tan guapa el otro día. En mitad de mi asombro interrumpe el niñato que me regaló la invitación a cambio de una llamada:


Hey, tio. ¡Has venido! Ven conmigo, quiero presentarte a unos colegas.


Y entonces me veo arrastrado hacia una especie de reservado, dejando a la chica con la palabra en la boca. Estoy seguro que Mauro se ocupará de ella. Ya lo estoy viendo sacar la caña... Todavía acabará ligando con la zorra que me ha destrozado la bici. Bueno, igual no es tan zorra si quería pagarme la reparación.


En unos minutos me olvido de todo y empiezo a disfrutar. ¡Este pavo conoce a todo el mundo! Por lo visto, a los 14 años montó un ezine en Internet en el que promocionaba a sus amiguetes: el equivalente a los fanzines de la época del cómic underground pero en la red. Tres años después es agente y cazatalentos de éxito; todos respetan su criterio y, ahora, en vez de pedirle el DNI para saber si le pueden servir alcohol o entrar en una discoteca quieren su autógrafo.


Un par de copas más tarde me siento totalmente integrado, al lado de un montón de flipados como yo, hablando de tebeos como si no existiera nada más importante en la vida. Entonces el chaval nos propone a unos cuantos que nos sumemos a un grupo que va a casa de no sé quién a seguir bebiendo, que tiene una terraza con vistas a Gotham City y, claro, me sumo veloz.


En la puerta nos espera una limusina blanca que parece el camión del Equipo A, la serie aquella de George Peppard, pero de lujo. Al subir me encuentro de morros con el mismísimo Chip Kidd sosteniendo una copa de champán y hablando por teléfono. ¡Joder, joder, joder! No puedo creerlo. ¡Vamos a su casa!




Foto: Marijo Grass


Durante el trayecto nos detenemos en una tienda de licores a comprar bebidas. Me bajo del coche a que me de el aire y de paso a difuminar mi expresión de cateto borracho. En un momento de lucidez recuerdo haber dejado a Mauro con esa tipa y sus amigas uruguayas abandonados en la fiesta. No importa, seguro que lo pasan bien. Yo tengo que aprovechar la oportunidad, explorando la ciudad que nunca duerme y, estoy dispuesto a disfrutar de la aventura.



Foto: Marijo Grass


CONTINUARÁ