29 de octubre de 2009

Los MUERTITOS, los SANTITOS y HALLOWEEN


Foto: Marijo Grass




Hace más de 20 años se estrenó en España una de las películas más taquilleras de los 80: Los cazafantasmas (Ghostbusters); un híbrido de comedia y ciencia ficción dirigida por Ivan Reitman que ocasionó la cola más larga sufrida desde E.T. Recuerdo el chasco que me llevé al llegar a la ventanilla en el instante en que ponían un cartel de COMPLETO.

Mis amigas se fueron a un parque cercano pero yo decidí disfrutar de un film en pantalla grande y, aquél contratiempo me permitió entrar sola en un cine por primera vez y descubrir “ Bajo el volcán”: adaptación cinematográfica que hizo John Huston de la magnífica novela de Malcolm Lowry que, en aquél momento, no había leído todavía.

No es que me pareciera una gran película, ni tenía en esa época el suficiente criterio para argumentarlo pero, aquella historia de amor intenso, trágico y complejo, que relataba el proceso de autodestrucción de un tipo— el excónsul británico en Cuernavaca— absolutamente alcoholizado, durante el Día de los Muertos de 1938, me impresionó. Años más tarde descubrí que muchos realizadores intentaron hacer una adaptación con la ayuda de escritores de prestigio como: Guillermo Cabrera Infante, García Márquez, Carlos Fuentes o Luis Buñuel; incluso actores de la talla de Jack Nicholson o Richard Burton suspiraban por el papel pero, fue Huston quien la llevó al cine con un soberbio Albert Finney interpretando a Geoffrey Firmin: ese gran personaje que tanto tenía del mismo Lowry, de su lucha contra los fantasmas que poblaban su cerebro en ese descenso a los infiernos donde él buscaba el ideal humano.

Una vez en casa una extraña intuición me llevó directamente a curiosear en la biblioteca de mi padre y, allí encontré la novela, que me leí de un tirón ese mismo fin de semana.

Recuerdo el interés que me despertó la celebración que hacían los mexicanos el Día de los Muertos y, no sé si, una vez más, la casualidad o el destino hizo que mi primera visita al DF, muchos años después, coincidiera con esa fiesta tan especial.

Se trataba de un viaje de trabajo y, los anfitriones decidieron agasajarnos con una calaverita de chocolate con nuestro nombre impreso en azúcar. A mí me encantó el detalle y no tardé en zampármela en un par de bocados pero, otros invitados recién llegados de Polonia se lo tomaron como un insulto o un yuyu malo; supongo que por nuestro peculiar oscurantismo católico, que ha llenado de terror las mentes de los fieles que esperan su justo castigo como pecadores el Día del Juicio Final.

Para los mexicanos, esta tradición azteca que, con la llegada de los españoles se combinó con el rito cristiano— actualmente declarada por la UNESCO: Patrimonio de la Humanidad—, es una oportunidad para venerar a sus muertos y ofrecerles alimentos, flores y algunos de sus objetos, porque los seres queridos regresarán ese día para gozar y compartir con ellos. Dicen que la fiesta es para la gente que se adelantó y, el culto a la muerte se hace con alegría y con respeto, no con miedo.

Tampoco he olvidado una suculenta comida en un restaurante, en las inmediaciones de la Plaza de Santo Domingo, donde tenían— además de una zona con un altar enorme lleno de ofrendas para los difuntos—, tres mesas reservadas para ellos con figuras de esqueletos de cartón, tamaño natural, sentados en las sillas y con el plato puesto con: mole rojo y verde, dulce de calabaza, tamales, pan de muerto, un par de botellas de tequila y algunos cigarros.




Foto: Marijo Grass



El 1 de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos en la que se venera a aquellos que gozaron de una vida ejemplar, además de los niños difuntos.
El 2 de noviembre es el Día de los Muertos: el gran momento festivo que reúne a las familias dedicadas durante horas a arreglar esos altares que, según la tradición, deben organizarse en 7 niveles que representan los que debe pasar el alma del muerto para alcanzar el descanso.

Los escaparates de las tiendas también compiten por mostrar el retablo perfecto, igual que hacen aquí con el Belén Navideño. Un colega me dijo que debían estar presentes los 4 elementos de la naturaleza: el aire, con el papel picado; el agua; el fuego con las velas para alumbrar el camino de los muertos y la tierra, representada por frutos variados. A mí todo aquello me gustó tanto como la cantidad de pequeñas imprentas que descubrí más tarde en lo que llaman el Portal de los Evangelistas, a un lado de la plaza, con sus escribanos dispuestos a redactar cartas de amor, trabajo, recomendación o duelo.

En mi segundo viaje a la capital regresé otra vez al Zócalo. Durante un paseo por el casco histórico comprobé que aquella plaza y sus aledaños se había convertido en el lugar idóneo para comprar documentos falsos: desde títulos universitarios a certificados oficiales pasando por actas de nacimiento o facturas del supermercado.

En ESPAÑA, el Día de Todos los Santos se venera a los que no tienen una fecha propia en el calendario litúrgico. También se realizan visitas a los cementerios para honrar a los seres queridos adornando su morada para que no caigan en el olvido. Yo lo recuerdo en mi infancia como algo jaranero; nos llevaban a merendar al cementerio cargados de crisantemos y allí pasábamos la tarde correteando entre las tumbas con otros niños del pueblo.




Foto: Marijo Grass Instalación www.somosclicks.org



Cuando llegué a Cataluña conocí la tradición de la CASTANYADA: una fiesta que también reúne a familias y amigos en la que se comen castañas asadas, deliciosos panellets, boniatos y frutas confitadas; todo regado con Moscatel.




Foto: Marijo Grass




Existen infinidad de historias en torno a esta costumbre. Una de ellas se remonta a la Edad Media, cuando sonaban las campanas de todas las parroquias para venerar a los muertos y el campanero comía este fruto de otoño para recuperarse del esfuerzo; los parientes y allegados se sumaban para ayudar en la tarea y compartir la noche de difuntos alrededor del fuego.

La tradicional figura de la castañera, que hasta no hace mucho era la reina de la fiesta en las escuelas— ahora entregadas a la festividad anglosajona de Halloween—, no aparece hasta finales del s.XVIII, cuando las mujeres empiezan a vender las castañas en los puestos callejeros.




Foto: Marijo Grass



Ayer leí una crónica de Monterrey en un diario on line mexicano donde aseguran que:

“ Las instituciones educativas han ayudado a rescatar los rituales del Día de los Muertos desplazando al fin la costumbre norteamericana de Halloween que, en los 70 y 80, casi acaba con ello”.

Esto lo expone un especialista en culturas populares pero en otro artículo lo contradicen desde Cabo San Lucas recogiendo las impresiones de los estudiantes:

“ Se festeja más Halloween. Muy poca gente pone ofrendas en sus casas; ya no hacen lo mismo que antes; se prefiere la diversión de Halloween y disfrazarte de personajes de films de terror”. Y otro añade: “ Como adolescentes creo que vamos perdiendo las tradiciones porque nos gusta más el relajo”




Foto: Marijo Grass



El HALLOWEEN actual poco tiene que ver con sus orígenes: la noche de brujas celebrada por los Celtas hace 3000 años.
Se celebra el 31 de octubre con fuego, luces o linternas para ahuyentar los espíritus malos que aparecen en la oscuridad. Resulta que la tradición de “trick or treat” proviene de la persecución de los protestantes a los católicos en la Inglaterra del s.XVI al XVIII en la que, ocultos tras sus máscaras, los visitaban — por el intento de asesinato al rey Jaime I, que era protestante—, exigiendo cerveza y pasteles y entonando lo de”trick or treat”. Fueron los colonos que llegaron a América que se llevaron la costumbre y, los americanos los que han integrado todas las tradiciones olvidadas en Europa creando su propia fiesta de Halloween, que ahora nos venden de nuevo con toda su artillería publicitaria bien orquestada.




Foto: Marijo Grass


Y, por eso, en el colegio de mi hija ya no hacen panellets este día— aunque los sigamos preparando en casa o los compremos en la pastelería—, ni una profesora voluntaria se disfraza de castañera y, sólo los viejos acuden al cementerio.

Ahora todas las niñas se visten de brujas y quieren su escoba, su calabaza y su sombrero; e insisten en que les compres chuches para jugar en la escalera de vecinos a “truco o trato”.




Foto: Marijo Grass



Y, ¿tú qué celebras: los MUERTITOS, los SANTITOS o HALLOWEEN?




Intento añadir un par de videos ilustrativos pero parece que San Blogger no me deja por algún extraño motivo que desconozco. Deben ser los fantasmas de los muertitos o algo gastándome una broma. En fin, copio el enlace, que de otra manera tampoco puedo