30 de septiembre de 2010

MADDY Y EL CUADERNO DE HECHIZOS

Foto: Marijo Grass



Hace dos semanas que empezó el cole, y ya nos han castigado; sólo por escribir papelitos, porque a Maddy y a mí nos han puesto separadas, y ella está en primera fila y yo al final, en la ventana, que es muy guay; pero tener a Fonsi al lado NO, porque es un pesao y un copión. La señorita nueva se llama Anna; le encanta mandar y reñir. Este año no quiere a nadie hablando en su clase cuando explica las cosas porque parecemos gallinitas en un corral; ni pasar notitas, que así no se puede trabajar; y tampoco quiere oír EXCUSAS. Entonces ha tenido que explicar qué era eso, porque lo ha preguntado y nadie ha levantado la mano.

A esta señorita no le gusta que nos chivemos si te empujan en el patio o te quitan el lápiz; dice que tenemos que aprender a resolver nuestros asuntos; y si se te olvida hacer los deberes no vale decir que tu hermano se puso malo y tu mamá te mandó a la cama antes, ni que otra niña te quitó la ficha para gastar una broma ni nada. Eso me pasó con Liliana: lo hizo para fastidiar, porque me vio jugando en la fila con Diego, que es el chico más guapo de la clase, y Fonsi el más feo. Él no quería jugar con ella, y cuando fui al lavabo me estaba esperando; dijo que si jugaba más con Diego se iba a chivar, y le diría que el día que nos dieron fabada en el comedor y se oyó un pedo, que se rió todo el mundo, era yo. ¡Jopeta! Se me escapó, pero es que la fabada que dan en el comedor es asquerosa, y todo el mundo se tira pedos después, pero a mí se me cayó la cucharita y… ¡PURRUM!

Ahora estamos castigadas porque yo le he pasado una nota a Maddy que decía: “LA SEÑO NO MENCANTA”. Ella me ha contestado enseguida poniendo: “BRUJA MALA”. Y no tenemos patio, y la señorita Anna nos lleva a hacer deberes a su clase de mayores y se pone a hablar de brujas; y yo me la imagino con escoba y pelo de bruja, echando chispas porque está enfadada y los mayores no le hacen caso y nos miran con cara de vomitar; algunos se ríen y la hermana de Natalia nos saca la lengua, y la de Mónica, que es amiga nuestra, nos enseña un pupitre vacío para sentarnos detrás.




Foto: Marijo Grass




Y la señorita da tres golpes con su palo de señalar la pizarra, y todos se callan. Entonces se da la vuelta y escribe: “ Las brujas de Salem”. Título original “The crucible”. Autor: Arthur Miller. Drama en 4 actos.

De repente se gira y pilla a un niño haciendo una bomba con el chicle, y del susto le explota en la cara.

—Tú, de pie—. Y lo deja de pie toda la hora con la cara llena de chicle.

— Hoy vamos a hablar de la envidia, la hipocresía, el fanatismo, el abuso de poder y la intolerancia—. Y todos la miran como si hablara en marciano, pero callados porque no quieren estar de pie.


Y se pone a explicar la obra de las brujas, que son unas niñas de una aldea, que están hartas de que las castiguen y se van al bosque a bailar desnudas, y hacen conjuros y se beben una pócima y una se pone mala; después se chivan y dicen que han sido otras y a esas las castigan, y luego a ellas también.


—En las sociedades antiguas, la frontera entre la realidad y la imaginación no estaba tan clara como ahora. Muchas personas, por miedo a situaciones que no podían controlar, creían en seres sobrenaturales— explica la señorita, y a mí me entran ganas de bostezar.

—Las brujas podían volar; se convertían en animales y podían hacer que lloviera a cántaros; y también hacer cosas malas a las personas y a los animales— me dice bajito la hermana de Mónica, que se llama Lluvia porque nació un día de tormenta, y por eso sabe mucho de esas cosas. Yo creo que es bruja y me la imagino con gorro, pero me parece que ella es de las buenas, no como la señorita Anna, que también manda y riñe en esta clase.




Foto: Marijo Grass




Al salir del cole hemos ido a casa de Maddy, que yo me quedo a dormir porque mi madre está otra vez trabajando en los conciertos. También ha venido Julia, Mónica y su hermana, y todas nos hemos disfrazado de brujas.
La señorita nos ha dado un papel para que lo firmen nuestros padres y se enteren de lo del castigo pero, Lluvia, la hermana de Mónica, que sabe cosas de brujas y dibuja muy bien, nos lo ha firmado como si fuera una madre, y así no nos castigan otra vez.

Maddy nos ha llevado a su habitación porque nos tiene que enseñar una cosa muy importante. Dice que el otro día abrió la caja secreta de su mamá, que es donde guarda papeles viejos, fotos y cosas de cuando era pequeña, que son secretas; nunca deja que Maddy juegue con esa caja pero ella la ha abierto y ha encontrado unos libros muy antiguos de su abuela, y un cuaderno que tiene las tapas como el sofá y está lleno de dibujos, de historias y recetas; se titula “Cuaderno de Hechizos”.




Foto: Marijo Grass




Los padres de Maddy son ingleses, pero su abuela nació en India y conoció a su abuelo en España, y también vivió en África; después le regaló los cuadernos secretos a su hija, que es la mamá de Maddy. Y ahora nosotras hemos cogido los cuadernos; y Lluvia, que es mayor y sabe leer muy bien, está buscando cosas, a ver si podemos ser brujas también:

—Aquí dice: “En la India tienen costumbres y rituales muy variados. Por ejemplo, para atraer la lluvia en regiones muy áridas celebran una boda entre ranas. Para ellos significa que la lluvia vendrá a visitar su tierra”— lee la hermana de Mónica, porque a ella le interesa todo lo de su nombre.

—¡Hala! Yo podía buscar una novia a Ojote para que se casara, y así mi abuela no tendría que regar todos los días, que le duele la espalda— digo yo contenta.

—¿Quién es Ojote?— pregunta Lluvia.

—Mi rana gigante; está en la balsa de regar del Señor Aurelio, cerca de la casa del valle de mi abuela, pero mi madre no me ha dejado traerla.

—¡Ah!

—Aquí hay una foto, ¡parece una hechicera!— exclama Maddy, que ha cogido otro libro de la caja secreta de su madre.




Foto: Marijo Grass




Entonces todas miramos la foto de la hechicera, que se parece a la de una película de mi prima Ale que da miedo, y Lluvia sigue leyendo lo de los amuletos:

“En el siglo XIX, el conjunto de religiones existentes en la India recibió el nombre de Hinduismo. Dice la historia que, durante las travesías que realizaban los antiguos pobladores les acompañaba un elefante, para que les diera suerte. El elefante protege contra la envidia y el daño que puedan hacer en tus propiedades, por eso todo el mundo tiene un elefante en su negocio…”




Foto: Marijo Grass




—Mira, en la caja hay un elefante. Y tiene la trompa para arriba— dice Maddy sacando una figurita muy vieja.

—Pues, lo tienes que llevar en la mochila; así Mari Fe no te quitará la goma de Las Witch otra vez— le digo yo enseguida.

“Los buhos otorgan magnetismo personal, protección, defensa ante los peligros y confianza. Es el amuleto de la amistad y la buena suerte”.

—No hay ningún buho en la caja— asegura Maddy.

—¿Qué es magnetismo?— pregunto yo.

—No sé, algo de un imán. Los imanes tienen magnetismo— afirma Lluvia.

—Yo tengo imanes de los Pokemon en la nevera— explico.

“El Buda tranquiliza los espíritus rebeldes y atrae la suerte con dinero— continúa leyendo Lluvia—. Tienes que poner su imagen en un plato con monedas, de espaldas a la entrada de tu casa o tu negocio”.

—¡Esto es un rollo!— exclama Mónica.

—Yo quiero ser bruja y tener poderes, y decir: “ Diego, vas a ser mi novio”— dice Julia.


Foto: Marijo Grass



—Pero, ¿tú estás segura que si nos hacemos brujas no aparecerán duendes malos o algo?— pregunto a Lluvia, que es mayor y en su clase hablan de brujas.

—¡Zoe tiene miedo!— exclama Julia.

—No es verdad— respondo enfadada.

—Aquí pone cómo hacer un hechizo…— dice Lluvia.

—¿Qué pone?— pregunta Maddy; que ella quiere hacer como su abuela.

“Coge un alfiler y pincha tu dedo índice…”— empieza a leer Lluvia.

—¿Cuál es tu dedo índice?— pregunta Julia.

—No me gusta pinchar. ¿No hay un hechizo sin pinchar?— pregunto yo.

“Deja caer unas gotas de sangre sobre los pétalos de una rosa blanca; debes hacerlo un viernes de luna llena porque debe bañar con su luz la rosa. A la mañana siguiente, justo al amanecer, debes comer los pétalos y mirando el sol decir: ¡Invoco a todos los espíritus de la luz que me protejan y permitan que sea una bruja buena!”



Foto: Marijo Grass



—¡Qué asco! Yo no quiero comer la rosa con sangre!— exclama Mónica.

—Pues, yo la he probado, porque me caí en el patio, y me salía mucha sangre de la rodilla. Mi prima Bea tiene muchos libros de vampiros y me dijo que también la había probado; y es como jarabe— explica Julia.

¡PUAJ!— decimos Maddy y yo a la vez.

—Y, ¿no hay ningún conjuro con un gato? Nosotras tenemos un gato en casa, y en mis cuentos todas las brujas tienen gato!— dice Mónica.




Foto: Marijo Grass



—Como el de la Bruja Aburrida— apunto yo.

—Fatumata dice que ella tiene un don y que puede hacer cosas— afirma Julia.

—¿Qué cosas?— pregunto yo.

—No sé, cosas.

—Y después de hacerlo todo y comer la rosa, ¿qué pasa?— pregunta Maddy, que está mirando otro cuaderno de la caja secreta.

—Aquí dice: “ La sangre significa la fuerza interior de cada uno. Los pétalos son tu relación con la naturaleza. La luna llena te da la energía para que se cumpla el hechizo. Se hace en viernes porque es un día mágico, dedicado al planeta Venus, que rige Afrodita: la Diosa del Amor”

—¿Cómo puedo saber si después de pincharme el dedo ya soy una bruja de verdad? ¿Le puedo decir a Diego que es mi novio?— pregunta Julia.

—Yo quiero ser una bruja buena— digo yo.

—Y si me convierto en bruja, ¿me pasarán cosas malas o me visitará la muerte?— pregunta Mónica a su hermana.

— ¿Te haces monstruo? Bueno, fea. Es que no quiero que me cambie la cara y se ponga como la hechicera de la foto— dice Maddy.

—Ya sé. ¿Podemos mirar en el ordenador de tu madre?— pregunta Lluvia.

—Bueno, pero rápido que luego me castiga— dice Maddy.

—El otro día, vi a Marivi en la clase de informática, mirando una página donde se pueden hacer preguntas sobre brujas.

—Eso, ¡vamos a preguntar al ordenador!— exclama Julia.


Entonces, Lluvia ha buscado la página de las brujas y ha escrito:

“ Nos gustaría saber si el hechizo de los espíritus de la luz funciona; y si nos hacemos feas; y también en qué clase de brujas nos convertimos si lo hacemos”

—Pregunta si da dolor de barriga comerse la rosa con la sangre y todo eso— digo yo.

—Aquí ha escrito una niña: “Yo soy bruja y tengo 11 años, pero soy de herencia, porque mis padres lo heredaron de mi tatarabuelo. Soy de la dinastía PANG, y sé cosas de magia y tengo libros antiguos, y hay que saber lo que se hace y ser bruja de verdad, que si no es peligroso”.

—¿Y ahora qué hacemos?— pregunta Mónica.

—Esperar a que responda el ordenador— concluye Julia.


Lluvia dice que ella también es mayor, que tiene 11 años y puede ser bruja, y nosotras no; pero Maddy se enfada porque el cuaderno de hechizos es suyo, bueno, de su madre; y dice que ella tiene que ser prime, y hacerse bruja y vivir en muchos sitios como su abuela.




Foto: Marijo Grass



Ya se han ido todas a su casa, y la mamá de Maddy ha reñido a la canguro porque hemos jugado con el ordenador sin pedir permiso; pero a la canguro le da igual porque ha venido su novio a buscarla, y nosotras tenemos que ordenar la habitación y guardar la caja secreta para que la madre de Maddy no se enfade más. He pensado que voy a decir a mi tía Leyla que me compre un elefante y un buho en el Chino, y también le diré a mi mamá que ponga en casa un Buda con monedas, a ver si trae dinero para comprarme los libros de las Witch y aprender sus poderes.




Elisabetta Gnone

Por la noche, Maddy y yo hemos dibujado recetas de conjuros, hasta que ha venido su madre y ha apagado la luz; he soñado que éramos brujas y teníamos muchos poderes; y habíamos crecido como el señor de los zancos que viene siempre a las fiestas del cole, que es muy alto; y también sabíamos un hechizo para que no nos castiguen nunca más, y nos hacíamos ricas porque toda la clase quería comprar la receta, pero no sabían que teníamos una colección de elefantes con la trompa para arriba, y un muñeco Buda con muchas monedas en la puerta de la habitación; y Diego no quería ser novio de Julia, y ella decía que le daba igual y se iba a patinar.





Foto: Marijo Grass