19 de noviembre de 2009

LO BELLO Y LO SINIESTRO: CREPÚSCULO, la película.

Foto: Marijo Grass


Esta mañana he leído— gracias a un colega que lo ha colgado en Facebook—, la siguiente declaración de Lauren Bacall:


“ Mi nieta me hizo ver Crepúsculo porque, según ella, era la mejor película de vampiros de la historia.
Cuando el film acabó me dieron ganas de cruzarle la cara con uno de mis zapatos. En vez de eso le regalé un DVD de Nosferatu: la obra maestra de Murnau, y le dije: ¡Esto SÍ es una película de vampiros!”






Creo que la nieta se equivocó en la definición: Crepúsculo NO es una película DE vampiros, sino un film ROMÁNTICO de corte fantástico— dirigida al público adolescente— CON vampiros, que bien podían ser cualquier otra cosa.


Foto: Marijo Grass


El pasado sábado la Academia de Hollywood entregó a Lauren Bacall, de 85 años, un Oscar honorífico por toda su carrera; según los medios, en el transcurso de una ceremonia privada y un tanto casposa ( a pesar de la presencia de algunos asistentes ilustres como Spielberg, Lucas, Tarantino o Hanks, entre otros) y poco acorde con el glamour que merece una actriz de su talla, a quién después de su dilatada contribución al séptimo arte y de acuerdo con lo que expresa el crítico de The Guardian: “… le hubiera sentado mejor una gran ovación en el evento oficial donde se otorgan los galardones anuales”. Idem en lo que respecta a Roger Corman o Gordon Willis, que también recibieron su estatuilla dorada.

De repente el trabajo de los tres sacude mi memoria y empiezo a darme cuenta que su legado tiene algo que ver con el hecho de que hoy veamos en salas de proyección y con gran éxito de público películas como Crepúsculo.

Las imágenes promocionales de Kristen Stewart interpretando a Bella Swan, con esa MIRADA felina de trasfondo vulnerable, me recuerdan a la Bacall del cine negro, quien hizo de ella su sello de identidad, componiendo personajes fascinantes en los que fortaleza y fragilidad o severidad y ternura se alternan, se diluyen o se enredan; ofreciendo las dos caras de una sabia y compleja combinación emocional.



Google Images


Buen momento para recuperar : El sueño eterno ( The big sleep ) 1946. Tener o no tener ( To have and have not) 1944, La senda tenebrosa ( Dark Passage) 1947, Cayo Largo ( Key largo) 1948 o Callejón sangriento ( Blood alley) 1955.

Y ese binomio de contrastes se repite en la química explosiva que se produce con sus partners en pantalla y, por extensión, en la vida real: ingenuidad y madurez en ellas frente a dureza e inexpresividad en la interpretación de Bogart/Pattinson.



Google Images


El segundo homenajeado no ha estado nunca más vigente. Roger Corman: el rey de las películas de bajo presupuesto. Autor de género que otorgó una nueva dimensión a vampiros, alienígenas o mutantes como en : “Emisarios de otro mundo” ( Not of this Earth) 1957, o en sus célebres adaptaciones de Edgar Allan Poe en las que actuaba Vincent Price en el rol protagonista: auténtico mito del cine fantástico y de terror.



Foto: Marijo Grass


Nadie como él experimentó y aportó tanto al género, incluyendo sus audaces movimientos de cámara o esas escenas pseudo-oníricas en las que fotografía, montaje y música logran estimular nuestros sentidos hasta la exaltación extrema; recursos que encontramos— modernizados por nuevas tecnologías—, en films como Crepúsculo y otros tantos de corte similar, fascinando a las nuevas generaciones porque todo resulta novedoso cuando ignoras la fuente original.






La autobiografía de Corman, publicada en 1990, no tiene desperdicio, incluso para aquellos que no les interesa el cine ni el género de terror; derrocha humor e ironía en todas sus páginas:

“ Cómo realicé un centenar de películas y nunca perdí un centavo” ( How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime).



También deberían agradecerle que su productora: New World Pictures, fundada en 1970, diera cobijo a una nueva generación que más tarde alcanzaría la fama. Coppola, Scorsese, Joe Dante, James Cameron o Peter Bogdanovich se estrenaron en la industria trabajando con él.

El tercer Oscar honorario ha sido para el magnífico Director de Fotografía Gordon Willis:
“ The Prince of Darkness”, que es como le apodaron algunos de sus colegas de profesión porque, nadie como él ha sido capaz de subexponer una emulsión y otorgar a las sombras un protagonismo mayor, demostrando que el ojo que mira no siempre necesita ver para sentir la emoción.



Foto: Marijo Grass


Si hubo alguien preocupado por la expresividad narrativa de un plano en su época sin duda fue él: perfeccionista hasta lo irritante pero, capaz de cambiar el rumbo en la creación de atmósferas en el cine de los años 70 e influir en las siguientes generaciones de operadores hasta el día de hoy.

Curiosamente, sus fabulosos contrastes visuales— de los que la saga “El Padrino” de Coppola son el mejor ejemplo—, parecen bastante alejados del trabajo que realizó para Woody Allen en sus incontables y espectaculares retratos de la ciudad de Nueva York desde que se encontraron en “Annie Hall”.






Y de nuevo las coincidencias me permiten regresar a la saga Crepúsculo, cuya segunda entrega “Luna Nueva”, ha sido fotografiada por el mago del claroscuro español: Javier Aguirresarrobe; brillante heredero de Willis, cuyos trabajos se pasean “En el umbral de la oscuridad” y que, gracias a la colaboración con Amenabar en “Los otros”, ha despegado finalmente su carrera internacional.



Foto: Marijo Grass


Y yo imagino a Lauren Bacall despotricando frente a su nieta por un asunto de desfase generacional.


— Me pasé 3 horas en la puerta de un hotel con mi hija y sus amigas para seguir en coche a los actores, a ver si conseguían una foto o su autógrafo. Ni yo mismo doy crédito: faltando al trabajo para hacer de paparazzi por mi hija adolescente — me relata mi amigo Pep, recién llegado de Madrid con unas compañeras por un asunto laboral.
— Yo tuve que llevar bocadillos de madrugada a la mía, que estaba acampada con sus amigas delante del Palacio de Vistalegre. Han estado dos días sin pasar por el instituto— apunta otra.
— Mi madre dice que la malcrío por permitir esas cosas pero, ¿cómo voy a quitarles la ilusión si gracias a los vampiros estos y a Harry Potter puedo ver a mi hija disfrutando de la lectura?— remata la tercera del grupo.


No he leído a Stephanie Meyer. Reconozco que ni siquiera la tengo en mi Top Ten de libros pendientes de lectura en este momento. La película la vi ayer en TV, justo cuando se estrena la segunda entrega en la gran pantalla y, solo un día después de que sus protagonistas causaran más revuelo en su aparición en Madrid que Brad Pitt en el pasado Festival de San Sebastián; y no creo que ese furor se deba a los vampiros sino a la novela romántica. Ellos son un efecto colateral. Y, si hay un momento en la vida donde uno magnifica y sufre hasta límites indescriptibles el romanticismo es en la adolescencia.

Decía Rainer María Rilke— uno de los grandes poetas de la literatura universal—, “ Lo bello no es sino el comienzo de lo terrible”

Y Freud: “ Lo siniestro es aquella suerte de sensación de espanto que se adhiere a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”


Desde el STURM UND DRANG: movimiento alemán de finales del s XVIII conocido con posterioridad como Romanticismo, se han vivido diferentes momentos de máxima aceptación en la cultura popular. Estoy convencida que éste es uno de ellos y si repasamos la historia encontraremos todo aquello que hoy causa furor. Los románticos de entonces ya se sentían atraídos por el terror, lo nocturno y lo demoníaco, reivindicaban la belleza ambigua, exaltaban la naturaleza, el individualismo y la pasión. Manifestaban el gusto por lugares que expresaran imperfección y evocaran un espacio espiritual de recogimiento interior.


Estas y otras muchas ideas están implícitas en Crepúsculo y toda la legión de sagas y textos que han resucitado a los vampiros y hacen las delicias de los Nuevos Románticos, angustiados por un incierto futuro, en el mundo de hoy.



Foto: Marijo Grass


Para aquellos interesados en profundizar en el tema, recomiendo desempolvar el interesantísimo texto de Eugenio Trías, “ Lo Bello y lo siniestro”, que obtuvo el Premio Nacional de Ensayo en 1983.

Para los amantes de la fotografía cinematográfica: “ En el umbral de la oscuridad” Conversaciones con Javier Aguirresarrobe.
Por Jesús Angulo, Carlos F. Heredero y José Luis Rebordinos


Y, para aquellos que se la repantinfla Cepúsculo, los vampiros o la madre superiora, les dejo un fragmento de la versión animada de Juan Padrón: Vampiros en La Habana.